Opinion

Tocata y fuga de lolitas y lolitos

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Es algo inevitable la búsqueda del futuro allí donde existe. Los griegos utilizaron las colonizaciones desde que las unidades de producción en las que se habían convertido los oikós homéricos, eran excedentarios y producían siguiendo ya técnicas capitalistas de producción. Corría entonces el siglo VII a. C. Razones demográficas y sociales hicieron el resto. Paralelo a este proceso los fenicios buscaban con ahínco nuevos mercados para exportar manufacturas e importar metales. Antes, mucho antes, quizás en el siglo XII a.C. arribaron a Cádiz y aquí se establecieron. Los siglos VII y VI a.C. se habían convertido en un continuo ir y venir. Eran los siglos del comercio y de las colonizaciones. Quizás algo de todo eso seguimos llevando en nuestras venas.

En la década de los noventa, cuando España experimentaba el proceso de desarrollo más importante de nuestra reciente historia económica, la colonización de nuevas tierras, seguían estando en mente de muchos andaluces y gaditanos. Castellón era un destino importante. Surgió la posibilidad también en Tarragona. Muchos acudieron al lugar. El curso de la historia sigue y ahora se producirá otra oleada de personas a otros lugares. En esta tierra siguen sin existir posibilidades para todos. El economista jefe del BBVA Research decía el otro día en Cádiz, que España inicia ahora el camino del crecimiento, de forma débil, casi imperceptible de momento para que se genere empleo. Andalucía, deberá realizar un mayor esfuerzo que el resto del Estado para que la mejoría se traduzca en creación de empleo. Se refería con esto, a que las reformas emprendidas por el gobierno, siendo necesarias, no van a ser suficientes. El motivo de ello, el punto de partida. En síntesis aludió a dos factores como causa fundamental de nuestro retraso: uno, el déficit de capital humano y en segundo lugar el déficit de capital tecnológico. En el muy largo plazo, podría ser que las circunstancias cambien. Pero en el corto plazo, partimos de lo que somos y tenemos. Por lo tanto y de forma ineludible, Andalucía y Cádiz, deberán hacer sacrificios muchos mayores y afrontar reformas más profundas para encontrar nuestro sitio.

Y entre tanto, una teutona venida del más allá, cautiva a algunos y encabrona a otros. La viña del Señor tiene eso. La Canciller alemana anuncia en España la importancia de desvincular las subidas salariales incorporadas a los convenios colectivos con la inflación, como fórmula de ganar en productividad. Sabedora del riesgo que corre su sistema financiero si España no hace frente a los compromisos de devolución de los préstamos y compra de deuda soberana por Alemania, expuesta en más del 50% del total de la deuda española, viene a decirnos el principal mal de nuestra economía, la falta de competitividad del sector empresarial con carácter general y la baja productividad del factor trabajo. Siendo ello un problema de especial gravedad para la economía española, para la andaluza y para la de Cádiz, es mucho mayor.

¿En dónde está entonces nuestro gran problema? Evidentemente en la negociación colectiva. La Merkel se enteró que por fin el gobierno pretende la reforma del Título III del Estatuto de los Trabajadores y quiso poner su granito de arena. Y no pudo ser más clara, a pesar de las tonterías que sus críticos vertieron al respecto. Algunos de ellos, piezas claves en las negociaciones que se establecerán al respecto. Más del 75% de los convenios colectivos en España ligan la subida de la masa salarial a la evolución de la inflación. Además, estos convenios suelen tener habitualmente naturaleza sectorial. ¿Y esto por qué? Muy sencillo.

Las organizaciones patronales y sindicales más representativas, justifican en parte hasta la fecha su pervivencia precisamente en la existencia de ámbitos de negociación de carácter sectorial. Tan es así que lo último acordado entre las partes hasta el día de hoy al respecto, es el acuerdo interconfederal para la negociación colectiva durante los años 2010-2012. Se acordó en el mismo dos cuestiones básicamente, la contención de la conflictividad laboral y la aplicación de las cláusulas de revisión salarial. Los hechos demuestran la ineficacia real para el crecimiento económico en los tiempos que corren. Supuso para el año 2009 un incremento salarial medio del 2,6%, lo que quiere decir un aumento del 2,9% por encima de la tasa de inflación determinada en el (-) 0,3%. Ello supone que los salarios se encuentran indiciados a la tasa de inflación. Todo lo contrario de las recomendaciones de los expertos, que entienden que el primer problema de la economía española es la falta de productividad del factor trabajo que incide directamente en la falta de competitividad de las empresas. Prescott y Krugman lo vienen diciendo antes que Dª Angela, también lo dijo Blanchard (FMI) y ahora lo vuelve a repetir el Gobernador del Banco de España.

La imperiosa necesidad de reforma del régimen jurídico de la negociación colectiva tropieza no sólo con las resistencias internas existentes en las estructuras sindicales, organizadas en federaciones o confederaciones de carácter sectorial, sino también por la propia CEOE, por similares circunstancias. Existe y ha existido desde siempre una profunda resistencia interna desde ésta organización a los cambios en el modelo de negociación.

Mi propuesta pasa por tocar fundamentalmente dos artículos del Estatuto. El 83, para que sólo en el ámbito de negociación de la empresa o en su caso de centro de trabajo, se negocien todas aquellas cuestiones que directa e indirectamente inciden en la productividad del factor trabajo (salarios y jornadas) y artículo 84, para articular la negociación sí existiere en los ámbitos supra empresariales, pero impidiendo recoger en ellos el contenido reservado en exclusiva en el artículo 83.

Los fenicios colonizaron Cádiz hace tres mil años. Los españoles emigraron a Alemania en los años cincuenta. Los gaditanos lo hicimos a Castellón y Tarragona en los noventa y dos mil. Ahora lolitos y lolitas lo volverán a hacer a Alemania. Mientras el mercado de trabajo lo pretendan arreglar los juristas en lugar de economistas, las migraciones españolas serán el pan nuestro de cada día.