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Mando a distancia

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Bruselas rectifica al Gobierno español y el bono nacional, que es lo único nacional que nos queda, se dispara. Quienes prevén zodiacos funestos dicen que el PIB crecerá la mitad de lo previsto por la voluntariosa señora Salgado y se hunden a la vez la Bolsa y la vida de los trabajadores por cuenta ajena, que no encuentran trabajo más que en sus propios partidos políticos. Los informes de la Comisión Europea contradicen al presidente español, Zapatero, y él, sin duda para vengarse, contradice a la realidad. Nuestra economía crecerá el año que viene la mitad de lo que calcula el Ejecutivo. Qué más quisiéramos que correr la misma desgracia que afligía a aquel empresario de circo, al que le crecían los enanos: los balances económicos únicamente aumentan cuando se falsean. Hay que obedecer a Bruselas ya que en caso contrario nos van a mandar a freír espárragos, que es de lo que vive alguna gente en las comunidades más pobres donde aún no falta el aceite.

Malos tiempos corren que se las pelan. Menos mal que nos queda el fútbol, aunque solo sea para gozo de los partidarios del Barça. La alegría va por barrios, pero visita más a quien se lo merece.

Nos aconsejaron que había que mirar al triunfo y al fracaso «como a dos impostores». Nos costó algún tiempo aprender que es preferible echarle una ojeada al primero. Ganando se aprende. Lástima que algunos entiendan la victoria como el derecho de humillar al vencido. Antes de que el Madrid fuera apedreado por los cinco goles del Barcelona, fue apedreado su autocar. Cuando Cervantes llamó a esa ciudad «archivo de cortesía» no estaba inventando el fútbol, pero no sabemos si lo dijo porque la cortesía, entendida como demostración de respeto, estaba archivada, o sea, guardada en una carpeta. Lo cierto es que el deporte, ese esperanto en el que podemos entendernos todos, está sirviendo para separar. En algo hay que entretenerse.