LOS LUGARES MARCADOS

Contra el dolor ajeno

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Es una de las campañas más impactantes, quizá por la propia sencillez del concepto. Me refiero a la que ha lanzado la ONG Médicos sin Fronteras y que se centra en las farmacias: las pastillas contra el dolor ajeno. En una sociedad como la nuestra, acostumbrada a buscar rápido alivio a los propios dolores, hacernos pensar en el dolor del otro, del que no tiene posibilidad de acceder a la sanidad, de quien no tiene opción ante la enfermedad y el sufrimiento, es oportuno y necesario. Y ya que tengo el privilegio de este espacio público, que a veces desaprovecho (es un decir) hablando de temas banales o al menos no tan trascendentes, he decidido que hoy voy a emplearlo para difundir esta idea solidaria.

Dice el prospecto de las «pastillas contra el dolor ajeno», cuyo principio activo, por supuesto, es el amor, que la dolencia que tratan afecta de forma endémica al mundo desarrollado. Las «molestias, irritabilidad y sensibilidad ante el sufrimiento de los más desfavorecidos» serían los síntomas del contagio de una dolencia que, según reza ese prospecto, es endémica en el mundo desarrollado. Ojalá así sea. Ojalá que todos nos contagiemos de esta enfermedad de la conciencia, y no sólo para gastar un euro en las pastillas (que servirá íntegramente para tratar enfermedades olvidadas), sino para seguir luchando por que otros tengan medicamentos, hospitales, vacunas y atención médica.

El último trabajo que hizo el genial cineasta García Berlanga fue intervenir en uno de los spots de esta campaña. Chapeau por el maestro. Véanlo (junto con los de otros famosos) en www.pastillascontraeldolorajeno.com y, después de que hayan llorado como se merece la historia, corran a la farmacia a comprarlas. No pueden faltar en el botiquín de nuestras casas. Si tenemos corazón, las vamos a necesitar.