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Suprimir gastos

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Mirar por el dinero es sin duda un buen consejo. No sólo eso: es el único, aunque sepamos que acabaremos por perderlo de vista. Lástima que para seguirlo con fidelidad nos hayan tenido que suprimir anteriormente los ingresos. Salvo a algunos tacaños vocacionales, a todo el mundo le gusta gastar dinero. Es el mejor intermediario que se ha ideado entre nosotros y las cosas que nos gustan mientras estamos vivos. En los tiempos de crisis crecen los predicadores de la austeridad, que es sin duda una virtud, aunque generalmente sea obligatoria. Abundan los economistas de café que establecen su cátedra a media tarde y regalan soluciones. Unos creen que para salir del túnel hay que acabar con el IVA, otros opinan que lo mejor sería acabar con las Autonomías y otros están convencidos de habría que acabar con los sinvergüenzas. Hay soluciones para todos los gustos, aunque por desgracia ninguna sea a gusto de todos.

Según un informe de Unicef, que nos calumnia con la verdad, España es líder europeo en riesgo de pobreza infantil. Uno de cuatro menores que viven en España, mejor sería decir que residen, padecen la penuria económica que también afecta a los ancianos. La vida, que empieza en lágrimas y caca, al decir de Quevedo, es sólo una mierda para muchos desde el principio hasta el final. Ni los niños ni los viejos pueden escatimar sus gastos. No deben gastar nada, salvo paciencia.

Quizá sea verdad que no hay que afrontar los hechos, porque si los afrontáramos no seríamos capaces de levantarnos por la mañana. Tampoco debemos pensar en emigrar. Cuando decimos «qué país» deberíamos decir «qué mundo». Los hay peores. Sólo el gran Forges se acuerda todos los días de Haití y hace que lo recordemos los demás en una esquina de sus dibujos. Humor y pedagogía. Después del terremoto, llegaron las tropas de la ONU y ahora llega el cólera. Puerto Príncipe es una ciudad muy acogedora.