NADANDO CON CHOCOS

CARTA A LA UNESCO

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Señores de la Unesco. Como disfrutante del flamenco, reciban mi más sincera felicitación por la atención que han tenido ustedes con este arte. Comparto el jolgorio con mis paisanos, pues siempre es bueno que se acuerden de uno y su declaración podría contribuir en un futuro a que los gobiernos atiendan sus asuntos culturales con el mismo fuste con el que atienden los electorales.

Les aseguro que fue divertido ver a todas las televisiones por alegrías, y que tanta gente escribiese en los periódicos contando sus cositas con Camarón, que cada uno guarda las suyas, como cada uno tiene una relación distinta con Dios. También que me dieran la oportunidad de recordar a Chano Lobato. Y de ver los otros patrimonios que ustedes eligieron con tan buena intención y no dudo que con infalible criterio, pues es sabido que ustedes de la Unesco tienen una visión omnímoda de la realidad, un poderío, un saber tan vasto y un verlo todo a la vez que servidor sólo se acerca a intuir cuando se toma media y media de manzanilla en Bajo de Guía por primavera.

Antes que las cantiñas y los martinetes, ustedes habían considerado ya en su lista un puente de Bilbao, los conjuntos monumentales de Úbeda y Baeza, la cultura de Ibiza (en general), el centro histórico de Macao y la sierra de Capivara, en Brasil. Antes que Chano, Mariana, Fosforito y el Perro habían listado ustedes la Universidad de Alcalá de Henares, los glaciares de Argentina, el Potosí -que vale tanto- y Brasilia, que a un servidor siempre le pareció un horror de concepto, aunque respete con humildad. Sin querer comparar, permitan que en esta carta vaya un apunte. Es al revés: la humanidad es patrimonio del flamenco.