Una chica se somete a la primera prueba de alcoholemia al inicio de la noche en la zona de Muñoz Arenillas. :: MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

Los jóvenes empiezan a subirse al carro del 0.0

Muchos prefirieron el sábado gasolina en vez de alcoholAl menos un miembro de cada grupo que se acercó por la Punta o Muñoz Arenillas se «sacrificó» para ir luego seguros al volante

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«Los noc-turnos». Podría pasar por el nombre de cualquier chirigota, pero se trata de una fórmula que salva vidas. Algo tan sencillo como que los jóvenes elijan un conductor alternativo, que no deberá beber en toda la noche, en su salida en coche del fin de semana.

El Ayuntamiento se ha propuesto apoyar la idea con una curiosa iniciativa: quienes superaran en la madrugada del sábado tres controles de alcoholemia con 0.0, tendrían como premio un vale por 20 euros de gasolina en las estaciones de servicio de alguna petrolera.

Por eso se eligieron los dos lugares estratégicos de la 'movida', la calle Muñoz Arenillas y la Punta de San Felipe, para instalar stands en los que someterse a estas pruebas.

Apenas una hora antes del arranque, muchos de los establecimientos ni siquiera sabían lo que se iba a plantar a sus puertas. Desde detrás de la barra algunos hablan sin tapujos: «A mí no me conviene, porque así no haría negocio», dispara con franqueza un camarero.

A primera hora de la noche, justo delante del Traca Tra, muchos se mostraban aún reacios. «Habrá alguno que esté recién llegado de la cena y habrá bebido un poco», defiende Camila Pérez, que gira con la campaña por toda España.

De San Fernando acaba de llegar Fran Grosso con sus amigos. Para él no es problema ofrecerse como conductor abstemio: «Últimamente no bebo nunca, el médico me lo ha quitado», dice asumiendo el papel que le toca casi siempre. A cambio, le pagan los gastos de la ida y la vuelta.

Antes de salir de casa, los roles están establecidos. «Generalmente conducimos los que tenemos coche, aunque si estamos mal él o yo, se lo dejamos a alguno que tenga carnet», se suma Juan Carlos Balladares, que suele turnarse con Fran.

Jessica Cabrera se pasa media vida en la carretera. Ella es de Jerez, y su novio, de Cádiz. A la vuelta, siempre se da el mismo guión: «Él es el que suele conducir, pero si ha bebido, lo cojo yo», resuelve.

Otras afrontan la 'operación salida' de casa cada siete días. Como Gema Lozano y sus amigas, que suelen elegir como destino El Puerto. Ellas no se suman a la costumbre cada vez más asentada de apalabrar un taxi. «Preferimos ir en nuestros coches, para no tener que quedarnos esperando a los autobuses o los trenes». Así, pone a prueba su sentido de la responsabilidad.

Hoy le toca ejercer de conductora, sin enfados: «Simplemente nos ponemos de acuerdo y solemos alternar». Para algunos será un sacrificio. Ella se lo toma con filosofía: «No me cuesta ningún trabajo, me lo paso bien de todas maneras», puntualiza. Otros quizá no puedan decir lo mismo con tanta facilidad.