A pesar de que las compañías utilizan las redes sociales para publicitarse, las restringen en el trabajo. :: ÓSCAR CHAMORRO
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LA EMPRESA SACA A FACEBOOK DE LA OFICINA

Cada vez más empresas restringen a sus trabajadores el acceso a las redes sociales y los correos personales

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Señor Jiménez, tiene sobre su mesa varios expedientes por resolver y otros trabajos acumulados. Cierre de una vez su página de Facebook y póngase a ello. Por muy divertidas que sean sus fotos de México, no es el momento». El empleado que recibió el correo de su supervisor hizo caso omiso a la advertencia y un par de semanas después el servicio técnico decidió cortar por lo sano. Instaló en todos los ordenadores un programa que desviaba la dirección de las redes sociales, de manera que el que intentara acceder se topa con un enorme cuadro de error en su pantalla.

La medida empieza a extenderse por las oficinas, justificada en estudios que hablan de tiempo medio perdido y de absentismo laboral presencial. En la provincia también se está tomando buena nota de ello. La división de consultoría de Adecco realizó una encuesta de ámbito nacional sobre este asunto hace apenas unos meses y constató que más de la mitad de los internautas son usuarios de redes sociales. La mayoría, de edades comprendidas entre los 30 y 44 años -aquellos que no tienen problemas de brecha digital- y con estudios universitarios.

Por eso mismo, las plantillas jóvenes son las que encuentran más restricciones en los lugares de trabajo para acceder a este tipo de contenidos. Facebook, Tuenti, MySpace o el propio Messenger ya nacieron con espíritu globalizador y tienen efectos similares en cualquier país y tipo de compañía. Los primeros en calcular el gasto que supone esa afición furtiva a las empresas fueron los británicos. La consultora Morse llegó a la conclusión de que ese tiempo perdido sale por 1.530 millones de euros al año. El importe se multiplicaría en el caso de España, dado que se trata del séptimo país del mundo en el uso de comunidades virtuales.

Y en esa carrera de la seguridad informática se han adelantado las grandes. Sólo por poner un ejemplo, los empleados de El Corte Inglés y Airbus, dos de las multinacionales con centros en Cádiz, apenas tienen posibilidad de consultar páginas que no tengan que ver con el trabajo. También es el caso de los que conforman la plantilla de Ikea, que incluso ha llegado a contratar una herramienta informática para restringir el acceso a webs de ocio. Precisamente lo han diseñado los asturianos de Cobertura, especializados en seguridad de sistemas y explica su presidente, Raimundo García, que la demanda resulta cada vez mayor y exige productos específicos. El servicio en cuestión se llama Red Pymes y también se ha incluido en los equipos de la cadena Domus Hoteles y la Red Euro6000.

Precisamente las entidades bancarias son las que más interés han puesto en evitar distracciones a sus empleados. Trabajadores consultados de distintas sucursales de la provincia confirmaron que no sólo tienen restringido el acceso a Facebook o Twitter, sino que les resulta imposible abrir sus correos personales de Hotmail, Gmail, Terra o Yahoo! Es el caso de empleados de Cajasol, Banco Santander, Unicaja y BBVA. También es curioso que la mayoría de estas empresas llevan a cabo estrategias de publicidad a través de las redes sociales.

Productividad en peligro

A Raimundo García no le sorprende ese recién estrenado interés por el control de las páginas que visitan los empleados. Según los datos que manejan, «el 32% del tiempo de oficina se dedica a funciones no relacionadas con la actividad laboral», se trata de casi un tercio de la jornada. Eso, unido a los grandes índices de improductividad que arrastra el sector empresarial ha activado las alarmas. Hay dos sectores que están haciendo un mayor uso de estos filtros: el de la compraventa de coches y el de los hoteles. En ambos casos se trata de plantillas muy jóvenes que hacen un mayor abuso de las redes sociales. «Facebook es la estrella, con una mayor popularidad entre los internautas de más de 25 años», explica el responsable de Cobertura. Los primeros se muestran más preocupados por cuestiones como la seguridad de los sistemas informáticos y la confidencialidad de la información. Y por la dinámica de trabajo, los segundos se ven obligados a evitar las páginas de descargas ilegales y contenido sexual, de las que suelen abusar los empleados durante las largas noches en la recepción.

Además de la productividad, las empresas se enfrentan al riesgo de la seguridad. «Las comunidades virtuales, los chats son lugares de intercambio y ahí es donde se encuentran la mayor parte de virus, troyanos y contenidos 'malware' o dañinos que pueden afectar a los sistemas». Raimundo García insiste en que «ni siquiera los propios responsables de las empresas son conscientes del peligro que eso supone».

El sector público pone coto

La preocupación por la productividad y la seguridad no está reservado únicamente a la empresa privada. La pública también empieza a copiar los mismos criterios. Sin ir más lejos, la Diputación provincial llegó a restringir el acceso a Facebook, según explican varios funcionarios, una medida que apenas duró unos días. Lo que sí resulta casi imposible es acceder a páginas de visionado de vídeos como Youtube dentro de la red de equipos de la institución.

También se han vivido situaciones parecidas en algunas oficinas dependientes de la Junta, tal es el caso de departamentos de Hacienda o de Agricultura y Pesca, aseguraron trabajadores de ambos ramos. De momento se libran de este tipo de cortafuegos los centros escolares y sanitarios. Empleados de colegios, institutos, ambulatorios y hospitales de la provincia aseguran no tener problema alguno para consultar su perfil de Facebook o su correo personal. Si bien es cierto que el trabajo que desempeñan estos profesionales no los obliga a pasar todo el día frente a la pantalla del ordenador.