Opinion

Ceuta y Melilla

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Hace ya tiempo que comenzó el problema, pero nadie en muchos años parece haberse dado cuenta. Ya desde los últimos tiempos de Hassan II, comenzó el lento trasvase de población musulmana a estas ciudades, sin prisa pero sin pausa, por lo que en un futuro pudiera venir. Nadie recuerda ya los disturbios del 86, y de aquellos polvos, aunque lejanos, vienen estos, que no se sin son lodos o aun peor. Marruecos no tiene prisa, porque los tiempos que maneja no son los acelerados tiempos de la cultura occidental, sino los pausados ritmos de quien, como dice el proverbio, se sienta a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver de su enemigo. Hace mucho tiempo, la agonía de Franco impulsó la Marcha Verde. Ahora, con un gobierno patas arriba y la crisis fondeada en nuestros caladeros económicos, el vecino del Sur vuelve a las andadas en las ciudades españolas del Norte de África. El ridículo y la sensación de inacción del gobierno son verdaderamente llamativos, y a ello se une el efecto perverso que han causado las gestiones del Rey ante su 'hermano' marroquí. Tras el telefonazo, si no quieres coles, el plato lleno. Y si no tienes bastante con Melilla, ahora nos vamos a Ceuta y también la montamos. El resultado es espectacular: el gobierno mira para otro lado, y la Monarquía se queda con las reales posaderas a la intemperie, una vez más. Ceuta y Melilla son cuestión de tiempo, un tiempo indeterminado, incierto, imprevisto, pero tiempo al fin y al cabo, y que como tal pasa inexorablemente. Un día, no sabemos cuando, el escenario que ahora se pinta con escarceos y provocaciones pasará a mayores, y comenzará el discurso oficial de no dar más un duro por esas ciudades. Más bien ese será el final del discurso, un final para el que se irán preparando las conciencias a través de una buena y bien manipulada y filtrada desinformación. Al final, dará igual que esté la derecha que la izquierda. Los españoles de ambas ciudades, llegados al punto de máxima tensión y aguante, tirarán la toalla y se irán para otro lado, le venderán al Mohamed de turno lo que tengan y se vendrán a la península en busca de paz. Y el Reino de Marruecos habrá completado a gusto el mapa de su soberanía. Tiempo al tiempo.