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NIVEL AMARILLO

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Cuatro provincias españolas, Cádiz, Sevilla, Huelva y Almería han pasado del nivel naranja al amarillo. Estos vistosos colores son los que delatan el calor, que no es exactamente lo mismo que la calor, ni que los calores, ya que hay el que fríe, el que tuesta y el que cuece. Ahora están viniendo los tres y se disponen a quedarse durante una temporada, para martirizarnos. Como las autonomías son más bien insolidarias y quieren ser siempre más que las de al lado, la pugna se ha establecido también entre ciudades y presumen de disfrutar el clima más insoportable. Deben ganar todas.

Sería lo más equitativo, ya que gozan de un calor de justicia, pero la legendaria fama se le atribuye a Écija. Le dedicó un soneto Eugenio d´Ors. «Ciudad del Sol, la llamaremos una, que Écija archiva sol cada mañana como la crisolinfa paladiana en su apretada carne la aceituna». Unos versos muy gongorinos, pero desgraciadamente don Eugenio no era Góngora. Claro que tampoco Góngora logró serlo hasta bastante después de su muerte. Se discute en qué lugar de España hace más calor, pero la palma del martirio sigue estando en el Valle del Guadalquivir, con permiso de Murcia, que ayer batió la plusmarca.

Hermosas tierras calientes, amadas por los árabes. No deberían excederse. La verdad es que sólo lo hacen unos cuantos días al año, para darle trabajo a la Consejería de Salud, que dicta el Plan de Prevención de Altas Temperaturas. Ya hemos visto lo que les pasa a quienes participan en el campeonato mundial de resistencia en sauna. Llegaron a la final un ruso y un finlandés. No se presentaba ningún albañil andaluz, pero murió el ruso, que dicen que era un veterano atleta. Un error de cálculo. Los atletas deben ser jóvenes para dejar al morir un cadáver de buen aspecto, aunque haya indicios que hacen sospechar que después de la muerte es improbable que nada nos de ni frío ni calor.