Tribuna

Arizona y elecciones

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Ha concluido el curso político -aunque este año habrá un pleno parlamentario en agosto- con la crisis económica plenamente abierta todavía y con la vista puesta ya en la 'rentrée', que habrá de versar obviamente sobre cómo salir de la insoportable situación, en medio del fragor de la batalla entre los dos grandes partidos, cada uno con sus problemas propios y sus estrategias respectivas. Rajoy, que avanza con viento en popa, tendrá que afrontar en septiembre la formación de las candidaturas para las autonómicas y municipales de mayo, no sin resolver la querella asturiana -la voluntad de Cascos de ser el candidato- ni decidir antes qué hacer en el hervidero valenciano, donde la corrupción amenaza con inhabilitar a la cúpula del partido. Además, el líder de la oposición ya no podrá sentarse a esperar su turno en la Moncloa ante la inacción de su adversario: las reformas están en marcha, las noticias económicas ya no pueden empeorar y no es descartable que el hábil Zapatero consiga una vez más sacar adelante los Presupuestos mediante un pacto con el PNV, que conviene a ambas partes. Además, la inminencia de los procesos electorales obligará a Rajoy a hacer definiciones, algo que no le resulta grato en absoluto y que le obligará a explicar aquello de que el PP es «el verdadero partido de los trabajadores». El PSOE, por su parte, tiene su destino ligado evidentemente a la evolución de la coyuntura. Tras las indecisiones del Gobierno ante la profunda recesión y el consiguiente desgaste, la única posibilidad de no perder el Gobierno pasa por completar la legislatura y conseguir que los datos macroeconómicos hayan mejorado sensiblemente a su término. Y aunque el ajuste -el español y el de las potencias europeas- dañará el crecimiento y retrasará la salida de la crisis, no es imposible que las medidas adoptadas generen una reacción más rápida de lo que se prevé. Para el PSOE, las elecciones locales de mayo serán en todo caso cruciales, ya que una abultada victoria del PP, hoy por hoy previsible, engendraría una imparable sensación de cambio difícil de invertir. Recuperen, pues, fuerzas nuestros políticos bajo este sol de agosto porque les llegará enseguida un período crucial para su supervivencia, y en el que nos jugaremos todos la suerte del país.

Aunque con sus previsiones más radicales suspendidas por una jueza federal, entró en vigor la tristemente célebre Ley SB7010, por la que el Gobierno del estado de Arizona quiere conseguir una proeza materialmente imposible, moralmente reprobable y económicamente equivocada: localizar a todos los inmigrantes indocumentados y proceder a su expulsión. La proximidad de un México incendiado con la lucha casi militar del Gobierno contra los clanes del tráfico de droga está permitiendo añadir presuntos argumentos a la necesidad de blindar la frontera -algo para lo que el propio Gobierno federal toma medidas enérgicas- y añadir argumentos espurios al asunto, muy distinto, de cómo tratar a los indocumentados, prácticamente todos latinos. El estado ha recurrido la decisión de la jueza Bolton, pero hasta noviembre no habrá sentencia, o sea, hasta después de las elecciones legislativas parciales de ese mes. Este hecho explica actitudes, como la del senador McCain, moderado como candidato presidencial y ahora favorable sin reservas la Ley, al igual que la derecha radical republicana, con el 'Tea Party' en cabeza. El Gobierno de Washington entiende seguir oponiéndose y hay una razonable esperanza de que el dislate sea atenuado o detenido.