El Campus de Fútbol Jerez comienza a convertirse en un referente entre los campamentos de fútbol de la provincia. :: LA VOZ
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Campus que apuestan por la integración

Después de varias semanas compartiendo la afición por el deporte, los campamentos de fútbol finalizan la edición de este añoSus programas han combinado entrenamientos, visitas de futbolistas y sesiones de ocio

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Cuando un niño se adentra en un Campus de Verano sabe que encontrará mucho más que un simple campamento temático. Con el ingenio por bandera, un conjunto de organizadores preparará la aventura que actuará como contexto. El relevo pasa entonces a los asistentes; serán los encargados de dar sentido a la iniciativa.

El objetivo de un campus es posibilitar a un grupo de niños la práctica de una actividad durante un periodo de tiempo concreto, que suele oscilar entre una semana y quince días. Puede tener fines estrictamente deportivos, como extraer futuros jugadores para la cantera de un equipo. Sin embargo, suele predominar la labor formativa y social. Se convierte entonces en un cóctel de diversión, actividad física y educación en valores idóneo para los días de verano.

Tanto el Campus de Fútbol Jerez como el Campus Quique Romero nacieron con esta pretensión. Ambos giran alrededor del deporte mayoritario; sin embargo, abogan por un nuevo enfoque adaptado a los tiempos que corren. «Lo que queremos es que haya una integración dentro del marco del deporte. Traemos a niños saharauis y niños con Síndrome de Down. Los chavales que están dentro del campus facilitan mucho esta tarea». Son las palabras de José Antonio Luna, director del Campus de Fútbol Jerez. En esta línea también se encuentra Younes Benlahmar, director deportivo del Campus Quique Romero. «Hemos conseguido nuestros fines», señala, «que son la convivencia, la solidaridad y la conexión con los chicos de Marruecos».

Los futbolistas que han visitado las instalaciones también adoptaron este objetivo social. Según explica Benlahmar, «tenían charlas con los chavales en las que hablaban de educación vial, del medio ambiente, de cómo conservar la amistad, de la convivencia, de no abandonar nunca los estudios. Los chicos participaban haciéndoles preguntas». El campamento que dirige tenía apalabrada la presencia de futbolistas de la talla de Dani Güiza, Pedro Ríos o Mendoza. Sin embargo, imprevistos de última hora imposibilitaron algunas asistencias. «Dani Güiza llamó dos días antes avisando de que tenía que viajar a Turquía. Pero sí que dejó un regalo, como Antoñito, Mendoza y todos».

Entre entrenamientos matutinos y visitas de excepción, ambos campamentos sorprendieron a los participantes con un amplio elenco de actividades complementarias. Nuevos matices añadidos para una semana de excepción.

Una oferta completa

Tardes de piscina, actividades con tirolina, piragüismo, días de cine, acampadas, paseos a caballo. Los 127 asistentes del Campus de Fútbol Jerez disfrutaron de innumerables iniciativas de ocio. Como cuenta su director, José Antonio Luna, «lo que más ilusión les hizo a los chavales es la acampada. El hecho de estar dos días fuera, sin los padres, les hace vivir muy buenas experiencias. Para muchos de los niños se trata de la primera salida que hacen solos, y eso es positivo».

También albergaron visitas a las instalaciones de Guadalcacín e Isla Mágica, donde monitores y niños aprovecharon para estrechar relaciones. «Me gastaron varias bromas», recuerda divertido Luna. «Tengo mucho vértigo, y me engañaron para que me montase con ellos en algunas atracciones».

Esta simbiosis también llegó al Campus Quique Romero, donde los organizadores accedieron a modificar los horarios que habían previsto para que los niños pudiesen ver los partidos del Mundial.

La estructura de ambos campamentos se ha basado en categorías. El Campus Quique Romero dividió a los asistentes en dos grupos de 26 personas, y organizó dos campamentos idénticos. Se dirigió a niños de entre seis y 18 años. El Campus de Fútbol Jerez, sin embargo, apostó por congregar a niños de menor edad. Para ello diferenció a los más pequeños del conjunto que abarcaba de los nueve a los catorce años. El final de ambos grupos se concretó para el mismo día.

La intensidad de esos días acaba por culminar. El cierre del Campus de Fútbol Jerez tuvo por sede el estadio de Chapín, mientras que el Quique Romero tocó su fin en Chiclana. «Al despedirse no faltaron intercambios de e-mails para entablar una amistad», resalta Benlahmar. Un primer paso que, posiblemente, les vuelva a reunir en futuras ediciones.