Editorial

Incertidumbres fiscales

La política tributaria no debe ser populista sino eficaz y equitativa

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El Gobierno de Rodríguez Zapatero ya prepara un nuevo impuesto «para los más ricos», según confirmó el presidente ayer en la sesión de control del Congreso de los Diputados aunque únicamente desveló que la nueva figura tributaria no afectará ni a los impuestos generales, ni al 99'9% de la población. El impuesto, que se presentará «en breves semanas», ya constituye un nuevo factor de incertidumbre económica y fiscal a la vista de las rectificaciones y contradicciones tan reiteradas en la errática gestión del Ejecutivo durante los últimos meses. Porque si la improvisación en política económica encierra un alto riesgo de provocar efectos contraproducentes, la política fiscal resulta ser uno de los resortes más delicados de la arquitectura financiera y redistributiva del Estado. En la carrera por enjugar el oneroso déficit de las administraciones, el Gobierno ha apostado por un recorte de cierta entidad que ha resultado altamente impopular por castigar a las economías más desfavorecidas. Y, sin embargo, el volumen de ahorro previsto puede no ser suficiente y dista mucho de ser equitativo. A la espera de que el Ejecutivo exponga las características de la nueva figura impositiva es preciso señalar que debería descartarse la tentación de recuperar el impuesto sobre el patrimonio suprimido con buen criterio por este Gobierno. Porque si bien podría resultar una medida populista para explotar con objetivos electoralistas, su aplicación práctica además de castigar el ahorro por partida doble requiere tantas salvedades y excepciones para evitar los peores efectos colaterales en las economías de las empresas familiares, que en la práctica, se convertiría en un tributo injusto o expropiatorio. Dando por hecho que la ecuación de subir impuestos y congelar salarios en condiciones normales reduce la actividad económica y ataca la base de la economía productiva, si el Ejecutivo no renuncia a recorrer ese camino debería, al menos, preparar un programa fiscal coherente junto a una reforma a fondo de las administraciones fijando un horizonte de austeridad y reglas fiscales claras y eficaces. Porque en cualquier fórmula, incluido el retoque del tipo marginal del IRPF, el objetivo final debería ser que las cargas sean equitativas, que proporcionen capacidad recaudatoria y que no distorsionen tanto el mercado que acaben provocando la fuga de capitales.