La energía que se contagia al ritmo de unos zapatos

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Lucas Tadeo es uno de los bailarines más reconocidos de la escena nacional del claqué, formado en Berlín, Nueva York y Barcelona, contagia con sus palabras y su lenguaje gestual la pasión y la energía que este baile le transmite en cada nuevo paso que ejecuta.

Tras los espectáculos ‘Nadie es quién parece ser’ y ‘Woto extended’, Lucas nos sorprende ahora con una experiencia única, ‘Tap Residency Madrid’. Una iniciativa que permite a profesionales y aficionados del ‘tap dance’ compartir a lo largo de toda una semana jornadas de intenso trabajo, actividades, nuevas propuestas creativas y eventos relacionados con el baile, todo ello aderezado con el colofón final de una exhibición en el teatro Sanpol.

El evento cuenta con la presencia de excepción de la coreógrafa y bailarina neoyorquina Michela Marino Lerman o el australiano Thomas Wadelton, dos de los nombres de referencia a nivel internacional en el mundo del claqué. Una destacable contribución más del bailarín asturiano en su intento de situar a Madrid en la escena europea de este baile de origen estadounidense. Además, otros bailarines profesionales como Ludovico Hombravella, Ivan Bouchain, Kelly Isaac o John O’Brien aportan lustre y brillantez a la original iniciativa.

Michela Marino, que ha enseñado las claves del claqué en numerosas escuelas, festivales y programas de todo el mundo, continúa la tradición de algunos de los maestros norteamericanos del ‘tap dance’ como James ‘Buster’ Brown, Gregory Hines o LeRoy Myers. El propio Tadeo asegura que “es un lujo ensayar con una de las mejores, nunca se había hecho algo así en Madrid, muchos de los bailarines que están aquí no son conscientes aún de la trascendencia de lo que están haciendo, Michela es primera línea a nivel mundial”.

Toda una oportunidad para mostrar al público general la magia del ‘tap dance’, el baile que volvieron a engrandecer en los setenta y ochenta leyendas como Arthur Duncan, Bunny Briggs, Steve Condos, Harold Nicholas o Jimmy Slide.

La escena del claqué a nivel nacional se centra actualmente en Barcelona como punto neurálgico, con pequeños grupúsculos en Madrid, Valencia o Asturias y su evolución es lenta pero ascendente. Una tendencia al alza que debe progresar mediante la energía que transmite poner ritmo a los pasos, algo adictivo, incluso mágico. La felicidad que se contagia al ritmo de unos zapatos.