El psicólogo Javier Urra. / Rafael Lafuente
MENORES

En 2012 se registraron 4.936 casos de padres agredidos por sus hijos

La violencia filio-parental ya representa el 16,6% del total de procedimientos abiertos en la Fiscalía de Menores

MADRID Actualizado: Guardar
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“Es un tema tabú. Silenciado. Pero que va a más”. Así describe el psicólogo Javier Urra el “problema social” de la violencia filio-parental. Y es que las denuncias por agresiones de hijos a padres se ha multiplicado por cuatro en los últimos cinco años. En concreto, en 2012 se registraron 4.936 casos de este tipo en la Fiscalía de Menores, lo que supone el 16,6% del total de procedimientos abiertos. Sin embargo, los expertos advierten que estos datos están muy por debajo de la realidad, ya que en muchos casos los padres no denuncian porque tienen vergüenza de reconocer dichas agresiones. Para tratar de dar a conocer y concienciar a la sociedad sobre este problema se ha constituido la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip) en la que participan diversas organizaciones sociales.

Un 3,2% de los menores entre 13 y 17 años admiten haber agredido físicamente a sus padres más de seis veces en el último año. La cifra aumenta hasta el 14% en los casos de violencia psicológica (insultos y amenazas), según los datos recabados por el centro Euskarri. “Los chicos recurren más a la violencia física y las chicas a la psicológica. Además se agrede más a las madres que a los padres porque están más implicadas en la educación de los hijos”, ha asegurado, Roberto Pereira, director de Euskarri.

Esta violencia se da en todo tipo de familias (monoparentales, divorciadas, homosexuales...). Tampoco influyen demasiado las clases sociales ni el nivel cultural. “En el 60% de las familias uno de los dos progenitores son licenciados universitarios”, ha afirmado el responsable de Amalgama-7, Jordi Royo. Para este experto, las familias se dividen en cuatro tipos en función de la educación y el comportamiento que tienen con los hijos.

Así estarían las superprotectoras (aquellas que siempre dan la razón al menor en cualquier cosa), las negativas (delegan la responsabilidad en las autoridades, ya sean policías, jueces de menores, etc), las permisivas (pretenden ser amigos de sus hijos) y las corresponsables (los progenitores dejan claro a los hijos cual es el rol de cada uno en la familia siempre desde el respeto). Para Royo, los tres primeros tipos tienen más posibilidades de sufrir una violencia de este tipo. Por su parte, los aspectos comunes de los menores que protagonizan estar agresiones suelen responder a la idea de “lo veo, lo quiero, lo tengo”. Según Royo, son jóvenes con un “rendimiento más bajo de sus capacidades” que no saben gestionar su tiempo libre ni el dinero con el que cuentan.

Para tratar de solucionar este problema es necesario la colaboración de los padres. “Nosotros trabajamos con los chicos, pero también con las familias”, ha afirmado María José Ridauro de la Fundación Amigó, un organización sin ánimo de lucro con 18 centros donde trabajan por la reinserción de menores conflictivos. En su opinión, la violencia paterno-filial “tiene solución” porque es un comportamiento “adquirido” por los menores que puede ser corregido.