Una tabla muestra el descalabro de la moneda argentina. / Reuters
CRISIS FINANCIERA

La fuerte devaluación del peso argentino impacta en las empresas españolas

La mayor depreciación del peso argentino desde hace más de diez años ha impactado en la cotización bursátil de las empresas españolas que tienen intereses en el país

MADRID Actualizado: Guardar
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Telefónica, donde el 5% de su ebitda (beneficios antes de impuestos, intereses y amortizaciones) procede de Argentina, vio cómo su cotización bajaba un 4,55%. En el caso del BBVA, con una importante presencia en la región, la caída fue aún superior: fue el cuarto valor más castigado del Ibex35 (-5,14%). La entidad que preside Francisco González reconocía en su último informe de resultados trimestrales que las depreciaciones de los tipos de cambio del peso y otras monedas de países de América del Sur han tenido “un impacto negativo en los estados financieros correspondientes a esa área”. Argentina proporcionó 148 millones de beneficio atribuido entre enero y septiembre, el 5,6% del total de beneficio consolidado del grupo. Caso aparte es el de Repsol. La petrolera española estaba presente en Argentina a través de su filial YPF, hasta que el Gobierno de Kirchner decretó su nacionalización. Pero la empresa que preside Antonio Brufau aún está pendiente de recibir una compensación por parte del Ejecutivo argentino. El principio de acuerdo al que llegaron ambas partes establecía un pago de 5.000 millones de dólares en bonos argentinos. El hecho de que, efectivamente, la compensación se realice en divisa estadounidense blinda a Repsol frente a los bandazos del peso argentino. “Pero Repsol también corre el peligro de no cobrar, en caso de que el Banco Central Argentino se quede sin divisa. Hay que recordar que el Gobierno argentino es especialista en no pagar sus deudas”, alerta Ramón Alfonso, profesor de finanzas internacionales de EADA. El profesor recuerda que “hablamos de empresas que tienen muy diversificado su negocio, y que cuando invierten allí asumen unos riesgos. La argentina es una economía muy grande, y siempre atrae”.

El peso argentino sufrió una devaluación del 13,9% entre el miércoles y el jueves, ante la impasibilidad del Banco Central argentino. Cuando en el mercado oficial el tipo de cambio llegó a ocho pesos por un dólar (un día antes estaba a 6,89), el Banco Central tuvo que vender cien millones de dólares para evitar que siguiera depreciándose el peso. El viernes, el Gobierno de Cristina Fernández aceptó acabar con el ‘cepo cambiario’ que había impuesto en 2011 y permitir a partir del próximo lunes la compra de divisas (fundamentalmente dólares) para el ahorro. La razón que hay detrás de esta medida es intentar evitar que se vaya el dinero del país. Cualquier devaluación, y más cuando es de la magnitud de la vivida por el peso y en un ambiente político de falta de dirección (la presidenta reapareció el jueves tras 34 días sin aparecer), provoca la huida de dinero ante el temor de futuras pérdidas de valor. A la fuerte devaluación se une además una altísima inflación y una pérdida de reservas monetarias –el Banco Central tiene el menor nivel de reservas de divisas de los últimos años; apenas 29.000 millones de dólares cuando en 2011 tenía 52.000-.

Con el levantamiento del cepo cambiario, el Gobierno argentino quiere dar una señal de confianza a los mercados, que, sin embargo, están recelosos con el Ejecutivo. Tras haber negado que la devaluación del peso estuviera inducida por el Gobierno, el jefe de gabinete de la presidenta, Jorge Capitanich, reconoció que “el precio del dólar (en el mercado oficial) ha alcanzado un nivel de convergencia aceptable para los objetivos de la política económica".

Las devaluaciones permiten ganar competitividad exterior a los exportadores. Precisamente las empresas exigían a Fernández que equiparara el valor del peso a la inflación real, que los analistas calculan en el 30% anual aunque el servicio oficial de estadística argentino lleva años envuelto en la polémica principalmente por el índice de precios que ofrece. De hecho, los grandes exportadores agrícolas de soja, maíz y otros productos derivados habían optado por retener su cosecha y no liquidar sus dólares ante el banco central.

Junto con el permiso para atesorar dólares, una fórmula que los argentinos han usado tradicionalmente para protegerse de la inflación, Capitanich anunció que desde el lunes el impuesto sobre las compras con tarjeta de crédito en el exterior (turismo) se reducía del 35% al 20%. En 2011, el Ejecutivo argentino prohibió la venta de dólares para ahorro y creó impuestos al turismo en el extranjero, junto con otras medidas que dificultaron las importaciones para evitar la fuga de capitales.