Análisis

Toca 'hacer Malí'

Francia busca traspasar la guerra a una comunidad internacional más retórica y reticente de lo que París desearía

MADRID Actualizado: Guardar
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Francia, con toda legitimidad tras haber hecho el trabajo central y más urgente, busca con diligencia y se diría que con éxito, traspasar la guerra en Malí a una comunidad internacional más retórica y reticente de lo que París desearía mientras se asienta fuertemente la tesis de que lo más difícil y menos vistoso está por hacer.

La conferencia que sobre el conflicto este martes han celebrado en Bruselas los actores principales (UE, que hizo de anfitrión, ONU, países de Africa Occidental, países “vecinos de Malí” y “otros países”) asume tal criterio y entre una catarata de elogios hacia la decisión francesa de intervenir sin dilación el 11 de enero, se prepara para garantizar lo que parece una especie de reconstrucción política y material del Malí.

Hollande dijo que fue obligado a ordenar ataques aéreos y preparar una fuerza de intervención porque “falto de tiempo, de no haberlo hecho, hoy el país entero habría sido conquistado por los terroristas”. La afirmación es incomprobable y descansa sobre la premisa de que la fuerza militar de la coalición hoy en fuga, (Ansar el-Din y Mujao, yihadistas de ocasión, y Aqmi, o al-Qaeda en el Magreb) habría sido capaz de entrar en Bamako, controlar la ciudad y, más o menos, hacer que el país funcionara.

La debilidad maliense

En París se hila fino, el discurso oficial sobre los éxitos de sus tropas de élite no está siendo explotado bajo criterios nacionalistas o de orgullo profesional y se menciona un deseo imperativo de traspasar el asunto políticamente a la ONU (nótese que ni Rusia ni China objetan en el Consejo de Seguridad lo sucedido, una bendición si se compara con Siria o con el Iraq bajo Bush en 2003) y de convertirlo en lo que realmente es: un desafío para todos los que no quieran ver al pobre Malí convertido en un estado fallido.

Esa condición, la debilidad militar, pero también económica, social e institucional, informa la conducta francesa y de sus socios europeos, que se disponen a hacer Malí, es decir, a adoptar el país por años, dotarle de medios prácticos para sobrevivir y de un régimen elegido, duradero y disciplinado. La conferencia de hoy, con la intervención inicial de Catherine Ashton, jefa de política exterior de la UE va en esa dirección, como la reciente conferencia de Addis Abeba, que reunió 500 millones de dólares para ayudar al país.

No es seguro que esa cifra, prometida por países muy solventes pero por otros conocidos por no honrar sus promesas, llegue pronto a su destino y cubra su objetivo: financiar primero una fuerza africana de seguridad proporcionada por la Comunidad de Países de Africa Occidental, donde Nigeria sí hará un buen papel, y esos otros y no precisados “vecinos” de Malí… una alusión al Chad, que no es parte de la Comunidad, por la buena razón de que no está en el occidente de Africa, pero que provee fuerzas bien entrenadas y resueltas, políticamente fieles al eterno presidente Déby, un serio aliado de Francia… En este punto el lector debe anotar la alta significación que tiene el hecho de que hace solo unas horas hayan sido dos mil soldados chadianos los que han tomado Kidal, la ciudad tuareg y última de las aglomeraciones importantes aún fuera de control.

Un escenario... Político

La destreza política y diplomática con que París ha conducido la crisis se acompaña de un arma decisiva: el perfecto conocimiento del terreno que pisa. Los servicios franceses, pero también su comunidad universitaria, con una legión de eminentes arabólogos y antropólogos africanistas, le han dicho al gobierno por activa y por pasiva que matice y sepa que se enfrenta a asuntos con cientos de años de antigüedad, a reflejos culturales y políticos irresolubles solo con medios militares.

No hacía falta que ayer mismo Olivier Roy, una de esas voces académicas de peso, escribía en “Le Monde” un ensayito sobre la manía, por ejemplo, de etiquetar a todo el mundo de terrorista, en uno de esos frecuentes resúmenes y síntesis que llevan al error, aunque gusten a un público no iniciado. Roy repetía la necesidad de, por ejemplo, distinguir entre al-Qaeda y sus escenarios tradicionales, de las situaciones como la del Sahel, empezando por hecho cultural Tuareg, un problema endémico en Malí.

La crónica insurrección tuareg volvía por sus fueros el año pasado a través de su brazo clásico, el “Movimiento de Liberación del Azawad”, nombre de la región en su idioma, cuando fue sorprendida por la acometida yihadista. Un grupo tuareg, “Anser al-Din” se hizo súbitamente radical-islamista y se alió con Aqmi… una alianza contra natura que, por si fuera poco, conoció un nuevo capítulo cuando, en el último bastión, Kidal, un grupo neutralizó a los tuareg integristas y, de hecho, abrió las puertas de la ciudad a la avanzado franco-chadiana.

Esto, además, da una esperanza a los siete rehenes franceses en manos de los rebeldes, tal vez, si no principalmente, tuareg-islamistas en vías de reconocer que las cosas han cambiado y conviene negociar. No se extrañe el lector de los cambios en curso y recuerde que hasta en Washington recomiendan siempre atender como se merece, es decir, en términos políticos, la reivindicación tuareg, como un factor clave en el nuevo programa de reconstrucción nacional en el país…