la carrera hacia la casa blanca

Obama y Romney, de uniforme

El equipo de consejeros del republicano es una mezcla de antiguos altos funcionarios y neocons

MADRID Actualizado: Guardar
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El equipo de campaña de Mitt Romney sabe desde el principio que la gestión de la política exterior y de seguridad del Gobierno demócrata tiene respaldo social y el presunto pacifismo ingenuo que le atribuían en primera instancia se ha moderado bastante visto lo visto. Eso quedó claro en la alocución del candidato republicano a los cadetes de la prestigiosa Academia Militar de Virginia el siete de octubre, antes, pues, del debate de finales de octubre sobre política exterior.

Leídos los resúmenes del día siguiente parecía que la línea dura lo había escrito desde la primera palabra a la última, pero en realidad había bajado mucho el diapasón de la mezcla de prestigio bélico, patriotismo, pedagogía política internacional y eventuales presiones militares que los asesores habían considerado inicialmente.

El equipo de 25 consejeros da todas las pistas: es una mezcla de antiguos altos funcionarios en los gobiernos republicanos y neocons de estricta obediencia. Varios nombres brillan en él -encabezados por quien parece ser el más escuchado, Dan Senor, antiguo portavoz del Gobierno americano de ocupación en Bagdad tras la invasión de 2003- a quien reprocharían incluso algunos de sus colegas tanta proximidad con el candidato. La razón es que Senor es también un especialista en comunicación política y, eventualmente, un escritor de discursos y creador de slogans. Todo en una pieza…

El público y el esfuerzo bélico

Las frases de la Academia eran más bien slogans de obligado cumplimiento: más sanciones a Irán (ni una alusión a bombardeos) cooperación más estrecha con Israel, vuelta a la política de exhibición de portaviones y grupos anejos de combate en el Mediterráneo y en el Golfo, nuevos programas de construcción naval, orgullo de exportar los "valores americanos, que son todavía la esperanza para tanta gente en el mundo"… Mucho músculo, pues, y una voluntad de restaurar el prestigio, mantener el poder americano y su capacidad para “moldear la historia”.

Un lector atento habrá advertido que las recomendaciones son discretas y cercanas a la política de Obama, quien ha impuesto el programa de sanciones a Irán más rígido de la historia, dice tener el record de cooperación militar con Israel y de compromiso con su seguridad, aunque haya llegado a una precaria relación política y personal con el primer ministro Netanyahu a causa de Irán y lo que la Casa Blanca tiene por inaceptables presiones israelíes sobre una eventual operación militar. Como escribió Chemi Shalev en 'Haaretz': "suena como de Bush y se lee como de Obama".

El público, sensibilizado con la relativa atonía económica y el auge de la deuda pública, entiende el ahorro en el esfuerzo de defensa aunque está muy arraigada la convicción de que los Estados Unidos deben seguir siendo la primera potencia militar. Otra cosa es que se utilice con criterios políticamente discutibles o infundados (caso de Iraq) o duren mucho más allá de lo razonable (caso de Afganistán). El "Obama terminador de guerras impopulares" ha sido oportunamente subrayado en su campaña.

No tantos cambios

Hay que decir, en fin, que Romney, si gana, no haría otra cosa en los dos escenarios. Para empezar, Obama no hizo sino confirmar el acuerdo de retirada alcanzado con el Gobierno iraquí por el propio George Bush y su calendario: todo debía estar terminado, y lo estuvo, el 31 de diciembre pasado. Y en Afganistán, en completa coordinación con la OTAN, que, contra lo sucedido en Irak, tiene allí un papel, se confirmó el plan semiesbozado por Bush y refinado y confirmado por Obama: salir definitivamente el 31 de diciembre de 2014, tras haber creado, supuestamente, un ejército y una policía potentes y leales al régimen.

Aceptando Romney que la 'primavera árabe' es saludable y defendible, aunque presente problemas, su gran desafío concreto es Siria, donde, según dijo en Virginia, su administración hará lo necesario para distinguir y seleccionar a los factores que en la rebelión son confiables (es decir, no yihadistas) y armarles a fondo para que puedan vencer… ni una palabra de la ONU y su parálisis.

Esta propuesta suena a imprecisa, voluntarista y probablemente irrealizable sobre el terreno y lo más probable es que los dos factores árabes que arman y financian a los rebeldes, Arabia Saudí y Catar, recibirán más respaldo para seguir ejerciendo como tales. Si hay algo claro ahora sobre el terreno es que el conflicto se iraquiza y las bajas oficiales son más producto de los coches-bomba urbanos que de acciones militares de la resistencia….