María Botto y Cristina Rota, comparten complicidad y muchas aficiones. / Valentín Vegara
al otro lado del escenario

La complicidad de María Botto y Cristina Rota

La desaparición del padre durante la dictadura de Videla y el abandono de Argentina las han hecho más fuertes

MADRID Actualizado: Guardar
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La noche en que Monzón peleaba por el título mundial llovía a cántaros. Aguanté todo lo que pude hasta que acabó el combate. Diego era un fanático de cualquier deporte y no quería perdérselo... Cuando vino el médico me dijo aquello de “tarada, solo a vos se te ocurre tener un hijo un sábado, lloviendo torrencialmente y ¡peleando Monzón por el título! Y por fin llegó esta niña, signada a que no pasara un solo día de su vida a salvo de la duda. [...] Un pequeño cuerpo que no había nacido para ser domesticado [...] Nunca representó el papel que le querían asignar en el colegio ni en la familia”.

Así relata Cristina Rota el nacimiento de su hija mayor en su libro 'Diré que te recuerdo' (Ed. Espasa). Treinta y ocho años después, a la entrada de la casa donde vive María, en una urbanización a las afueras de Madrid, el primero en hacerse notar es su perro, Batistuta, que enseguida busca la sombra y nos conduce hasta el porche. Madre e hija no pueden disimular la complicidad que existe entre ellas. Sobre la mesa del salón, los textos de la próxima obra de teatro, que ha escrito el hijo, Juan Diego Botto para su hermana y que dirigirá la madre en otoño. (Más información en MujerHoy.com)