la era post-mubarak

Las denuncias de irregularidades marcan los comicios

Las campañas de los dos candidatos se enzarzan en un cruce de acusaciones, tratando de desacreditar al adversario

EL CAIRO Actualizado: Guardar
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Las elecciones presidenciales egipcias han vivido su última jornada de votación en un ambiente polarizado, con acusaciones cruzadas de irregularidades e intentos de desacreditación por parte de las campañas de ambos candidatos.

Tanto el islamista Mohamed Mursi, aspirante de los Hermanos Musulmanes, como el militar retirado Ahmed Shafiq, se presentan como los ganadores de estos históricos comicios, que se celebran dentro de una gran incertidumbre por la falta de Parlamento y Constitución en el país.

Los seguidores de Mursi volvieron a insistir en que votar por Shafiq significa el regreso del antiguo régimen de Hosni Mubarak, del que este fue el último primer ministro. Por su parte, los partidarios de Shafiq alientan el miedo a la transformación de Egipto en un estado religioso si gana Mursi.

"Estamos muy seguros de que Ahmed Shafiq va a ser el nuevo presidente de Egipto, creo que con un buen margen de dos ó tres millones de votos", ha señalado el jefe de prensa del exgeneral, Ahmed Sarhan, quien ha destacado la necesidad de "proteger la naturaleza civil de Egipto". Sarhan, que ha transmitido en todo momento confianza en la victoria de su candidato, ha indicado que "la revolución pedía libertad y justicia social, y no un Estado islamista".

Mientras, uno de los representantes de Mursi, Ahmed Deif, ha insistido en que su candidato es "favorito" y ha puesto en duda la validez de los comicios si gana Shafiq, ante los intentos de los remanentes del antiguo régimen de "jugar sucio". Ha denunciado una estrategia de difamación contra los Hermanos Musulmanes para cargarles con el estigma de las irregularidades, como las que antes cometía el disuelto partido de Mubarak.

La campaña de Shafiq ha denunciado que llegaron de la imprenta papeletas electorales ya marcadas con el nombre de Mursi, algo en lo que los Hermanos Musulmanes han rechazado tener cualquier responsabilidad. Asimismo, ambos contrincantes se han acusado de continuar con la campaña electoral frente a los centros de votación y de tratar de influir en las personas indecisas o analfabetas, irregularidades confirmadas por el presidente de la Comisión Electoral, Faruq Sultán.

Baja participación

Sultán ha informado de la detención de tres empleados de colegios electorales por marcar papeletas a favor de un candidato, así como algunos representantes de los aspirantes por instigar al voto. También fueron arrestados tres hombres en El Cairo que hacían campaña por uno de los candidatos y que portaban material informático con información sobre los votantes de la zona y vídeos de entrenamientos militares en países extranjeros. Los Hermanos Musulmanes emitieron poco después un comunicado en el que desmentían tajantemente su vinculación con los detenidos.

En medio de esta crispación, los egipcios han acudido a las urnas en un ambiente de normalidad y en menor medida que en la primera jornada de la segunda vuelta. A pesar de la escasa afluencia, la Comisión Electoral decidió prorrogar dos horas, hasta las 22.00 hora local (20.00 GMT), la votación debido a las altas temperaturas registradas durante el día y con el objetivo de que un mayor número de gente deposite su sufragio.

Mohamed Ibrahim, juez de mesa en un colegio electoral del barrio acomodado de Zamalek, ha señalado que, aunque la participación ha sido menor, los votantes se mostraron optimistas porque es "su oportunidad de elegir por primera vez a su líder".

No es de la misma opinión la estudiante universitaria Engy el Odi, de 19 años, quien ha afirmado que no confía en las elecciones porque "lo que ocurre actualmente es un juego y no es realmente democrático". "La Junta Militar (máxima autoridad de Egipto) está jugando con las cabezas de los egipcios, pero siento que tengo que votar en caso de que (la votación) sea real", ha agregado. Ha señalado que su voto fue para Shafiq, porque, pese a que cree que este "no es un demócrata", los Hermanos Musulmanes le provocan desconfianza.

A la incertidumbre de los resultados se suman los temores a que pueda haber una contestación en las calles si Shafiq es elegido, algo a lo que su jefe de prensa ha restado importancia.

En su opinión, "la gente estará feliz" si gana el ex primer ministro y no acudirá en gran número a la plaza cairota de Tahrir, epicentro de la revolución que acabó con el régimen de Mubarak y de las manifestaciones durante la convulsa transición. Sin embargo, ante esta posible situación, Sarhan ha aprovechado para desacreditar de antemano a los manifestantes. "Si protestan lo harán contra la mayoría de los votantes y no contra el candidato elegido", ha subrayado.