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El paro, argumento de cara a Europa

Los 5.273.600 parados, el 22,85% de la población activa, constituyen ya una carga insoportable para la sociedad de este país

MADRID Actualizado: Guardar
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El desempleo volvió a dispararse en 2011, en consonancia con la brusca recaída de la economía en la segunda parte del ejercicio. A lo largo de 2011, el paro ha crecido en 577.000 personas, y la primera consecuencia es que el número de hogares con todos sus miembros en paro -la expresión cuantificada más dramática de la crisis- ha subido en un cuarto de millón hasta los 1.575.000.

Nuestros 5.273.600 parados, el 22,85% de la población activa, constituyen ya una carga insoportable para la sociedad de este país, que obliga lógicamente a las instituciones públicas y en especial al gobierno a adoptar las medidas de emergencia que sean necesarias.

Esta evidencia constituye sin duda una baza argumental para Rajoy y su equipo ante Europa: en esta negociación sutil que se avecina en la que España pondrá de su parte las reformas estructurales y una absoluta disponibilidad para el ajuste, y en la que espera a cambio una relajación de las condiciones de convergencia y un aplazamiento de la reducción del déficit para poder empezar a ocuparse del crecimiento, los datos del empleo han de ser colocados sobre la mesa. Porque no sería racional que nuestros socios europeos nos empujaran hacia el abismo. El camino hacia el cumplimiento del pacto de Estabilidad y Crecimiento puede recorrerse sin agravar hasta la crueldad el sufrimiento social de los ciudadanos.

Políticas más audaces

La gravedad de las cifras debe ser interiorizada por todos. Por los agentes sociales, que en las últimas negociaciones parecen haberse mostrado más comprensivos que habitualmente con la coyuntura, y por las fuerzas políticas, que han de arropar al Gobierno en las medidas terapéuticas que deben adoptarse.

En el plano internacional, España debe colocarse a la cabeza de la demanda de políticas comunitarias de estímulo a las economías más deprimidas (la española no es la única, obviamente), con especial énfasis en la creación de empleo. Y esta penuria social debería ser también argumento para reclamar a los grandes países centroeuropeos políticas más audaces para estimular en ellos la demanda interna, que a su vez favorecería las exportaciones y el sector exterior de los países periféricos. Alemania, en concreto, tiene en este aspecto una gran responsabilidad: su conservadurismo y la patriótica contención salarial de sus trabajadores son factores que le permiten exportar con facilidad mientras reduce su potencial importador, lo que constituye un factor procíclico que agrava la recaída del Eurogrupo.