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Oro académico para José Luis Alcaine, un 'escultor de la luz'

Con casi 130 películas y cinco 'goyas' en su haber, el cine español agradece su decisiva contribución al veterano y querido director de fotografía

MADRID Actualizado: Guardar
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Para José Luis Alcaine la clave de su oficio está en "esculpir la luz". Así lo ha explicado el veterano y querido director de fotografía al recoger el martes en la Academia de Cine y de manos de su presidente, Enrique González Macho, la medalla de oro que reconoce una intachable carrera de medio siglo. El cine español no sería lo que es sin la decisiva aportación de Alcaine (Tánger, 1936), que con casi 130 películas en su zurrón profesional sigue planteándose retos. Su último trabajo es la 'La piel que habito' de Pedro Almodóvar', cineasta con el que ha tenido sus más y sus menos pero a quien ayudó, y cómo, a definir su característico universo.

Antes de aceptar otra responsabilidad como iluminador, Alcaine está empeñado en una personalísima aventura. Moviola mediante, quiere demostrar la profundísima conexión que él ha detectado entre una escena de la película 'Adiós a las armas' (Frank Borzage, 1932) y el 'Guernica' la más universal obra de pablo Ruiz Picasso.

"Es muy difícil resumir tu biografía", ha avisado Enrique González Macho al entregar a Alcaine la medalla de oro de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas. "Eres hijo del director del cineclub de Tetuán y el virus del cine te picó en la infancia... Estabas perdido", ha ironizado el presidente de la Academia que ha elogiado la capacidad de Alcaine para respetar el estilo de cada director "sin perder un ápice de tu personalidad".

Con 17 nominaciones a los Goya y cinco estatuillas en su casa, el nombre de Alcaine está en los créditos de 127 películas como 'El sur', 'Tasio', 'El viaje a ninguna parte', 'Ay Carmela!' o 'Volver'. Hitos "que gracias a tu luz forman parte del patrimonio del cine español". Lo ha recordado González Macho, que ha elogiado la "intuición y la maestría que esperamos que otros sigan". Para Alcaine la clave de su oficio radica en "adaptar la luz a la historia". Antes que dominar, diseñar o dosificar la luz "hay que esculpir con ella". "No me gustan los story boards, salvo en filmes de acción, ni la fotografía planificada. Hay que adaptarse a lo que ocurre. Las historias mueven y cambian y, si por mi fuera, tiraría siempre la primera semanas de rodaje", asegura.

"Con Almodóvar apenas hablo en el plató, así que nos llevarnos muy bien", ha explicado Alcaine. Ha contado que tuvieron sus roces durante el rodaje de 'Átame', que se distanciaron y tardaron en volver a tender puentes, y que por eso no colaboraron de nuevo hasta 'La mala educación'. "Él no suele tener claro qué quiere en fotografía, pero sí lo que no quiere. Charlamos mucho en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. Él quería una luz tipo al estilo Douglas Sirk, muy de los estudios de Hollywood años 50 y alejada de la iluminación de la nouvelle vague. En 'La mala educación' cambié un poco la luz a más thriller; en 'Volver' todo era Penélope Cruz y esas dos cosas se fusionaron en 'La piel que habito'. Hay desde luego un cambio de la estética de Pedro con ese predominio de los grises y azules", ha enumerado.

Generoso

Alcaine ha querido compartir su galardón con toda la profesión y las distintas generaciones con las que ha trabajado. "Llevo medio siglo de de carrera, incluidos mis años de trabajo en negro en un laboratorio mientras estudiaba en la Escuela de Cine. He hecho de todo y no reniego de nada, incluso de las malas películas de las que aprendí mucho y me enriquecieron. Si ahora reviso mi carrera, recuerdo a quien no están, como Fernando Fernán-Gómez, y descubro que todos estamos interconectados. En este oficio todo ha sido para bien para mí".

"He trabajado con muchos más directores luminosos que oscuros, porque he hecho muy poco terror", ha asegurado Alcaine, que sitúa 'La piel que habito' en la frontera de ese género. "Me cuesta mucho entrar como espectador en el terror, porque nadie se cree que alguien se meta solo en un pasillo oscuro, por ejemplo. El terror bueno lo crea el director, como se ve en '¿Quién puede matar un niño?', de Chicho Ibáñez Serrador, para la que hice la fotografía".

En este medio siglo de trabajo, apenas una espinita que le clavó en su amor propio Victoria Abril. "Es una actriz muy habituada a visitar el monitor, y tengo que reconocer que, aunque aquella vez tenía razón, me sentí un poco culpable. Por lo común son las actrices las que vienen a decirme que quieren trabajar conmigo".