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Pobreza y nepotismo, ingredientes del explosivo cóctel kirguís

El presidente Kurmanbek Bakíev convirtió a su hijo Maxim en el hombre más rico de este país centroasiático, limítrofe con China, además de cerrar medios de comunicación y subir las tarifas energéticas y de telefonía móvil

MOSCÚ Actualizado: Guardar
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La pobreza y el nepotismo han sido el detonante de las violentas protestas opositoras que han derrocado al presidente de Kirguizistán, Kurmanbek Bakíev, al que Rusia ha abandonado a su suerte.

"Tengo la impresión de que Bakíev ha tropezado con la misma piedra" que su predecesor Askar Akáyev, derrocado en marzo de 2005 en la incruenta 'Revolución de los Tulipanes', ha dicho el primer ministro ruso, Vladímir Putin, quien ha recordado que "cuando Bakíev asumió el poder, criticó duramente al derrocado presidente Akáyev por su nepotismo, ya que sus familiares o amigos controlaban las esferas política y económica".

Si Akáyev, el primer presidente de la historia del país, colocó a sus dos hijos en el Parlamento, Bakíev convirtió a uno de sus vástagos, Maxim, en el hombre más rico de este país centroasiático, limítrofe con China. "La gente odia más a Maxim que a su padre. Se había convertido en la segunda persona más importante del país. No hay negocio o sector que no controle", ha asegurado Jafiz Saríev, escritor y analista político kirguís. Saríev comenta que los manifestantes destruyeron todos los establecimientos y oficinas comerciales relacionadas con el hijo del presidente, que se encuentra en Estados Unidos, adonde viajó al frente de una delegación gubernamental.

Abuso de poder

El presidente kirguís había nombrado recientemente a su hijo jefe de la agencia de promoción de la innovación tecnológica y de la inversión, decisión considerada ilegal por la oposición. "No sé cómo los kirguises aguantaron tanto tiempo la tiranía del actual presidente. Bakíev quería hacer lo mismo que Akáyev y ceder el poder a sus hijos, como una monarquía hereditaria", ha añadido Saríev. Además, en los últimos meses Bakíev cerró medios de comunicación, encerró a opositores, periodistas y activistas, varios de los cuales también fueron asesinados en oscuras circunstancias. Los abusos de los derechos humanos fueron denunciados el fin de semana por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, durante su primera visita a ese país.

Con todo, el factor que desencadenó los violentos disturbios antigubernamentales, primero en la región noroccidental de Talás y después en la capital, Biskek, fueron la fuerte subida de las tarifas energéticas y de telefonía móvil. "La situación económica es mucho peor que en 2005. Hay continuos cortes de energía y las tarifas comunales han aumentado varias veces en los últimos meses y todo el mundo sabe la razón. Las autoridades roban la energía para venderla al mejor postor", ha señalado.

En los últimos dos años la pobreza no ha dejado de crecer, ya que la crisis económica rusa dejó sin trabajo a decenas de miles de kirguises que trabajaban en Rusia y enviaban millonarias remesas a sus familias. En todo caso, Saríev considera que Bakíev no cederá el poder tan fácilmente como Akáyev, ya que cuenta con el respaldo del sur del país. "A pesar de ser un agnóstico, Bakíev utilizará el arma del islam, ya que los kirguises del sur son musulmanes mucho más radicales que los del norte", ha apuntado el escritor que considera que Bakíev podría incluso incitar a la división del país, lo que podría desembocar en una sangrienta guerra civil.

Moscú niega estar tras las revueltas

Por otra parte, en Biskek corren rumores de que fue Rusia quien provocó la caída de Bakíev, aunque Putin se apresuró la víspera a asegurar que Moscú no tenía nada que ver con los disturbios antigubernamentales. Según la prensa rusa, Bakíev decepcionó al Kremlin al permitir a Estados Unidos crear cerca de Biskek un centro de tránsito para cargamentos militares con destino a Afganistán. Rusia, que cuenta con una base militar en Kant, ofreció a Bakíev un suculento crédito de 2.000 millones de dólares y la condonación de parte de la deuda exterior para que cerrara la base estadounidense, pero éste cedió a las presiones de Washington.

En cuanto a la nueva líder kirguís, Rosa Otunbáyeva, el escritor y analista político considera que "está limpia de corrupción", pero permanecerá en el poder sólo de manera provisional. "Rusia no permitirá que Otunbáyeva se convierta en la nueva presidenta del país. Es claramente prooccidental. Si asumiera el poder Kirguizistán se alejaría de Rusia y caería en los brazos de Estados Unidos", apunta. Otunbáyeva, ex embajadora en Estados Unidos y el Reino Unido, protagonizó la 'Revolución de los Tulipanes' de 2005, pero abandonó el poder meses después decepcionada con Bakíev tras denunciar que los clanes se estaban distribuyendo las riquezas del país. Kirguizistán es junto a Tayikistán el único país de Asia Central que no cuenta con importantes reservas energéticas.