Tribuna

Armas de chocolate, armas de papel

PERIODISTA Y ESCRITORA Actualizado: Guardar
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Hasta hace poco tiempo solo hablábamos de refugiados refiriéndonos a aquellas personas que lo dejaban todo en sus países por razones políticas o religiosas y cuando queríamos hablar de los que se iban a otro lugar en busca de trabajo o una vida mejor nos referíamos a los inmigrantes. En estos momentos a los refugiados políticos o a los inmigrantes económicos hay que añadir otro tipo de desplazados. Las causas de las continuas migraciones aumentan día a día dejando solo desolación.

Recientemente hemos visto a más de un millón de ciudadanos huyendo de sus casas en Costa de Marfil a causa de la guerra entre los partidarios de Ouattara, actual presidente, y del depuesto Gbagbo. Pero a pesar de los cambios sigue corriendo la sangre y los que han llegado al poder continúan aniquilando a los que estuvieron antes con la ayuda de mercenarios de países vecinos. Y curiosamente en medio de este caos el precio del cacao, principal riqueza del país, sigue subiendo. Costa de Marfil es el mayor productor de cacao del mundo y es precisamente este alimento, según informes de la UE y de Naciones Unidas, el que financia los gastos militares. Chocolate por armas.

El fondo de inversiones británico Armajaro, cuyo responsable es Anthony Ward, familiar del actual presidente Ouattara, es el responsable de especular con el cacao hasta alcanzar precios exorbitantes. De hecho, el anterior presidente Gbagbo quiso nacionalizar este producto ya que no controlaba el mercado y eso fue una de las principales causas de su derrocamiento. Tras el azúcar y el café, el cacao es la más rentable de las materias primas agrícolas.

La cuestión es que por intereses privados económicos la población de Costa de Marfil ha vivido una de las guerras más sangrientas y sus ciudadanos se han visto obligados a desplazarse dentro del país o a refugiarse en países limítrofes.

Pero la violencia y la persecución no son los únicos elementos que hacen que las poblaciones migren. Desde hace algún tiempo se está comenzando a conceder estatuto de refugiado o humanitario a mujeres que huyen de sus países ya que no quieren someterse a la ablación genital o a hombres de Uganda o Argelia homosexuales que huyen ya que en sus países de origen son perseguidos e incluso ejecutados.

Al mismo tiempo, alrededor de 211 millones de personas en el mundo resultan directamente afectadas por los desastres naturales, un porcentaje muy alto pertenece a África, según datos de Naciones Unidas. Se trata de un dato escalofriante.

El desafío humanitario que representa el cambio climático es espectacular. Inundaciones, sequía, aumento del nivel del mar o desertificación afectan a millones de personas que no tienen más remedio que abandonar sus poblaciones, sus tierras en busca de un lugar donde vivir, como está ocurriendo en estos momentos con los diez millones de personas del Cuerno de África que se están viendo afectadas por la peor sequía en 60 años.

En lo que va de año más de 150.000 somalíes han huido a Kenia y Etiopía. Cada día llegan a los campos de refugiados miles, que a veces no pueden entrar directamente y tienen que esperar días en medio de la nada. El 50% de los niños que llegan vivos lo hacen con una desnutrición severa. Sus cuerpos son huesos envueltos en una piel que más parece un papel arrugado. Algunos de ellos desaparecen por el camino ya que las milicias de Al- Shabab, vinculadas con Al-Qaida, se están aprovechando de la crisis humanitaria, raptando niños para pelear en la guerra. Gracias a la sequía consiguen 'niños soldados'.

Pero no son los únicos africanos que deben dejar sus hogares. Está ya previsto por organizaciones internacionales que este cambio climático afecte de forma radical a los patrones de migración y se alerta desde Naciones Unidas que estas consecuencias del cambio climático se fusionarán con hechos como el crecimiento demográfico, la escasez de agua, la inseguridad energética y la crisis alimentaria.

La escasez y encarecimiento de los alimentos se debe básicamente a dos factores, los climáticos ya mencionados anteriormente y a los especuladores, ya que África se ha convertido en la principal base de actuación de bancos, fondos de inversión o de pensiones que a base de comprar tierras a bajo precio a los africanos se dedican a cultivar grandes extensiones de terreno y a especular con el precio de los alimentos. Hay más de 30 millones de hectáreas en manos extranjeras.

Un cúmulo de desastres que hacen que el continente negro viva una de sus perores rachas hasta el punto que Antonio Guterres, alto comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, ha comentado que nunca se había vivido «tanta presión» en un continente.