Caballo y niño, compañeros.
Sociedad

Las riendas de la salud

Niños con discapacidades psíquicas y físicas acuden a clases de hipoterapia para aprender a mejorar sus recursos y tener «una responsabilidad» a lomos de un caballo

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Rubén se inclina sobre el lomo del caballo y ríe a carcajadas. Por una vez es más alto, mucho más, que el resto del mundo. Casi tanto como los árboles. Por encima de los problemas que le agobian. Él, que es tan chiquitín, lo ha logrado. Toma las riendas de la yegua, de tamaño medio-alto, «1,60 de alzada», con ayuda del monitor. Durante la próxima hora será su amo y jinete. Sin ayuda alguna, él es capaz de contener al caballo, que camina en vaivén. Al galope, no; a paseo. Y le habla. Si no al animal, a quien quiera escuchar. Palabras al viento. No calla el chaval de contento que está. Los días que toca clase de hipoterapia son los mejores de la semana. Seguro que es lo que piensa Rubén o, al menos, esa sensación placentera refleja su rostro. Aunque el muchachito no sepa aún que, «si ha podido dominar al caballo, algún día podrá dominarse a sí mismo».

Como él de entusiasmado, hay otros niños de la Escuela Municipal de Equitación que, durante este curso, han acudido cada semana al centro hípico de la localidad jerezana. Por las mañanas, algunos acuden a las clases colectivas y es por la tarde, cuando cuentan con una atención más personalizada. La principal intención que persigue esta técnica no es otra que la de conseguir que el pequeño coja soltura y pueda integrarse con el resto de sus compañeros. «Desde nuestro centro intentamos que todos los niños se encuentren agusto con los caballos, que se motiven y restauren su autoestima», afirma Rocío Gómez, directora del centro.

La asignatura de los caballos es «un recurso más» de cuantos emplean los educadores para que los niños con discapacidades psíquicas severas como autismo, esclerosis múltiple, espina bífida y parálisis cerebral mejoren su tono muscular. «Con estas terapias los pequeños hacen un gran esfuerzo. De una actividad pasiva pueden activar gran cantidad de músculos, sensaciones y les favorece física y psíquicamente», comenta la directora de la Escuela Municipal de Equitación y añade que «el ejercicio siempre es bueno, y más para los niños. Trabajamos con ellos siempre y cuando no esté prescrito médicamente».

Aquéllos obligados a ir en silla de ruedas, con tendencia a cerrar las piernas y encorvar la columna vertebral, consiguen sobre el caballo enderezar el tronco y coordinar las extremidades inferiores y superiores. «Los niños llegan a sentir que son ellos los que caminan, que el caballo les da la posibilidad de andar y no estar postrados siempre en esa cárcel con ruedas, se convierte en su mejor amigo». Erguidos o con medio cuerpo tumbado sobre la grupa en la misma dirección que el animal o de espaldas a él y con las piernas sueltas, controlan la postura, mejoran el equilibrio y la armonía del gesto.

Aunque no es determinante que se emplee un caballo o una yegua para esta terapia lo que sí que es fundamental para el correcto funcionamiento de la técnica es que el equino sea noble, tranquilo, dulce y que tenga al menos once años, ya que los potros pueden ser más salvajes y bravos, pudiendo asustar a los niños. Un caso diferente es el de la escuela jerezana, ellos trabajan con ponys, 14 en total, en lugar de caballos debido a que los niños más pequeños se sienten más cómodos con ellos y evolucionan mejor.

Otros chavales, los que están en buena forma, consiguen algo más: concentrarse. Los niños autistas, por ejemplo. Se sienten atraídos por el cuadrúpedo y muestran afecto, pero no lo entienden. Esto les forzará a comunicarse con el terapeuta. Incapaces de mostrar afecto en otras circunstancias, a algunos incluso se les ve abrazar al caballo. «Aunque los primeros días se muestran temerosos los niños son muy cariñosos, y, conforme van tomando confianza con el animal, después ninguno quiere bajarse».

La hipoterapia contribuye a corregir problemas de conducta, disminuye la ansiedad, fomenta la confianza, mejora la autoestima e incrementa la interacción social y la amistad. «Con esta actividad conseguimos que los niños se muestren más activos y que alcancen una cierta independencia que les haga valerse en un futuro no muy lejano por sí mismos, que logren integrarse».

Esta terapia no es exclusiva de niños que sufren alguna discapacidad física o psíquica, en el centro invitan a todos los padres, que puedan asistir, a que participen con ellos en las terapias. Que estén en todo momento al lado de su hijo en un momento en el que necesitan sentirse más que nunca respaldados por sus seres queridos.

Son estímulos complementarios a los que se consiguen con el tratamiento convencional. Relajados, los pequeños lucen a lomos del animal sus mejores sonrisas, esas tan difíciles de sonsacar a veces durante días. Se emocionan, algo inusual.

Los ejercicios corporales pasan a un segundo plano desde el momento en que se asumen como una diversión. Su ejecución al aire libre, lejos del ambiente estático de la rehabilitación en el aula. La cadencia rítmica y constante y el calor corporal del equino (38º C) que el jinete percibe transmiten paz. Músculos y ligamentos se destensan sin que el niño se esfuerce, al tiempo que su sistema nervioso central libra batalla; un reajuste interno.

La técnica la importaron de Francia y Alemania, aunque en España la hipoterapia está ganando adeptos desde hace aproximadamente una década. La Escuela Municipal de Equitación, presidida por Rocío Gómez, que comenzara unos años antes, quiere reconocer la labor que realizan las asociaciones de discapacitados, en especial las asociaciones de Cádiz y de la provincia, ya que son «ellas son las que hacen el boca a boca y consiguen que muchos niños lleguen a nuestro centro en busca de ayuda». Ahora, el problema no es la clara ignorancia sobre esta técnica, el problema reside, como asegura la directora del centro, en que «hay demasiadas familias interesadas en que sus hijos formen parte de estas terapias y poco tiempo para dedicarles por entero».

Aunque, se están produciendo considerables avances en esta técnica aún son muy escasos y más si se comparan con otros países. Y por ello, resalta la poca información que aún hay en España sobre esta terapia, que aporta tantos beneficios a los niños, y que son «los propios profesionales los que se reciclan para hacer mejor su labor».