CAMPAÑA. Tony Blair sale del número 10 de Downing Street. / AP
MUNDO

Las elecciones municipales inglesas se celebran hoy como un referéndum sobre Blair

El líder laborista, que atraviesa una etapa de desprestigio, solicita a los votantes que piensen en asuntos locales

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El líder conservador, David Cameron, dice que «la población británica está pagando el precio por el apego al poder de un líder que ha perdido absolutamente el control». Por su parte, el liberal, sir Menziez Campbell, estima que «los laboristas están justificadamente contra las cuerdas, porque han fallado en la persecución de la delincuencia, en la salud y en el medio ambiente, nacional y localmente».

Es el momento de las declaraciones rotundas porque Reino Unido tiene hoy elecciones. Y, como los comicios son municipales, el principal inculpado por las acusaciones de conservadores y liberales -el primer ministro, Tony Blair- debe contraatacar. Pero lo hace con timidez, como si estuviera excusándose: «Espero que la gente piense localmente en estas elecciones».

Ayer tuvo que defender en el Parlamento a su ministro de Interior, Charles Clark, tras el descubrimiento de que su departamento ha puesto en libertad en los últimos años más de mil delincuentes que podrían haber sido deportados al extranjero. Algunos, 38, son peligrosos. Uno de ellos no fue expulsado a Somalia, porque allí había una guerra, pero mató luego a una policía en la ciudad inglesa de Bradford.

El ministro Clark ha liderado el ímpetu del Gobierno para crear nuevas legislaciones especiales contra el terrorismo internacional, pero su departamento no hace bien las cosas del día a día, los asuntos que los británicos definen como «pan y mantequilla».

También está el caso de John Prescott, el viceprimer ministro, al que le han ido quitando competencias desde 1997 y quedando exclusivamente como un poder fáctico del partido en el Gabinete, el hombre que puede tratar de tú a Blair y a Gordon Brown.

Esa tarea no le llevaba mucho tiempo porque ahora se descubre que le permite disfrutar de los placeres de la vida en su despacho oficial: alegres fiestas rematadas con un poco de sexo con su secretaria.

Síndrome de Irak

El Gobierno padece ya el síndrome habitual de quien lleva mucho tiempo subido en un coche oficial y, además, parece ser incompetente, porque hay malestar en los servicios públicos a pesar de la enorme inversión. Y no se debe hablar de Irak, aunque el ministro conservador en la sombra hasta hace unas semanas, Michael Ancram, afirmase hace diez días, ya libre de la responsabilidad de su cargo, que lo mejor sería retirar las tropas lo antes posible.

¿Irak? ¿Corrupción a la italiana? Eso tiene que ver poco en principio con elecciones municipales en 176 de los 388 ayuntamientos británicos. Están en juego 4361 concejalías, entre ellas las de 32 ayuntamientos en Londres y en algunas grandes ciudades, como Manchester, Liverpool o Leeds.

La oposición

Pero la oposición quiere convertir la cita con las urnas en un plebiscito sobre Blair. Se dice que los laboristas pueden sufrir una deblace como la padecida por Harold Wilson en 1968, cuando celebró comicios horas después de subir la gasolina. ¿Quedara el laborismo con un voto en torno al 25% y los conservadores con el 60%? ¿Perderá Blair 350 concejales? Si todo eso ocurre, es posible que el partido parlamentario laborista se asuste y empiece a pensar en la conveniencia de una marcha inminente del líder.