COSTUMBRISMO. Diversas escenas domésticas reflejadas por pintores extranjeros. / LA VOZ
Cultura

Pioneros tras el encanto

A lo largo de los siglos, Andalucía ha sido visitada por viajeros extasiados por su cultura y su orografía

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Mujeres de ojos negros y piel tostada, paisajes cambiantes, descubiertos como tesoros al sol. Tierra de civilizaciones y cambios, de valles verdes y desiertos ardientes, Andalucía se descubrió muy pronto como un recorrido inevitable en el trasiego de algunos de los más intrépidos viajeros de todos los tiempos. Seres inquietos, a la vanguardia de su tiempo, que encontraron, en el vasto territorio donde termina Occidente, una puerta hacia ese mundo desconocido donde las lenguas se multiplican y se desplegaba lo desconocido. Retratada y puesta en valor por las plumas de algunas de las firmas más importantes de la Europa moderna, el territorio andaluz era ya un vientre plácido para los aventureros en las edades más antiguas, cuando algunos de los expedicionarios del periodo clásico partieron de sus dominios en busca de otros horizontes. Autor de más de 44 volúmenes, el periodista Jesús Ávila Granados ha hecho, con su obra, Viajeros por Andalucía, un recorrido por ese subgénero literario que han conformado los cronistas de esta tierra desde sus más lejanos tiempos.

«Hace un tiempo que me di cuenta de que faltaba una obra que se acercara a los viajeros por Andalucía con vocación total, recogiendo no sólo las aportaciones de los románticos sino, desde una perspectiva más ambiciosa, también la Edad Media y contemporánea proyectando al lector a través del tiempo y del espacio», explica el autor que ha publicado esta obra para la Fundación José Manuel Lara.

«Me interesaba investigar sobre qué pretendían encontrar y qué encontraron, sobre cómo el paisaje y las gentes trascendieron en los escritores y cómo estos los plasmaron en sus cuadernos de viaje que más tarde formaron parte de libros y folletines», resalta el escritor que considera estos testimonios como el acicate para que «mucha más gente se animara a venir y buscar los lugares que ellos habían relatado».

Dentro de las novedades de este pequeño lleno de siglos, llama la atención la inclusión de los nombres de aventureros antiguos como Plinio el Viejo o el gaditano Pomponio Mela autor de la más veterana descripción geográfica que ha llegado hasta nuestros tiempos, Chronographia. Entre los viajeros medievales, destaca el protagonismo absoluto del mundo musulmán con nombres como Al-Idrisi, Al-Mutamid, el monarca poeta, o Ibn-Battuta, el más importante de los aventureros del Islam medieval, autor de bellísimas descripciones de la Granada nazarí. «Los textos de Ibn-Battuta, con sus aromas y sensaciones, han tenido tanta o más importancia que los retratos que hicieran de España los viajeros desplazados en la época de la Guerra de la Independencia», asegura el autor.

Viajeros propios

«La geografía andaluza», añade el autor, «no sólo ha llamado la atención a los extranjeros y visitantes sino que ha dado al mundo grandes viajeros como León El Africano en el medievo o Pedro Antonio de Alarcón en el XIX».

Ya en el apartado de la contemporaneidad, Ávila Granados llama la atención sobre la Andalucía descubierta por aquellos extranjeros que acudían a la llamada de la leyenda de los bandoleros. Con la Ruta del Tempranillo a la cabeza -«personaje perseguido y al tiempo muy querido por el pueblo», según el autor- muchos viajeros recorrieron el itinerario del personaje entre las provincias de Sevilla, Córdoba y Málaga, hasta conseguir, tal y como lograrían el francés Prosper Merimèe y su ayudante, una semblanza de un personaje esquivo, «cuya apariencia jamás hubiéramos conocido».

Ventana a África y a los misterios del Islam de Oriente Próximo, Andalucía se convirtió desde mediados del XVIII hasta entrado el siglo XX en un paisaje lleno de atractivos para el buscador de otros confines europeos. «Esta tierra se les revelaba como un lugar mágico, transmisor de imágenes y sensaciones desconocidas. Andalucía es un pequeño continente en miniatura, con amplios desiertos en Almería y extensas vegas en Granada. El viajero quedaba extasiado al contemplar cuán diferentes podían ser un campesino de Sevilla, un pescador de Cádiz o un minero de Huelva», apunta.

Junto a figuras consagradas en el imaginario andaluz como Lord Byron, Washington Irving o Prósper Merimée, en el libro desfilan también los nombres de Antoine Latour, Théophile Gauthier, Rainer Maria Rilke o los contemporáneos Ernest Hemingway y Paul Frederic Bowles. Hacedores, desde la observación, de esa alfombra de sueños y mitos de la idiosincrasia andaluza y sus señas de identidad.

Belleza gaditana

Un paisaje en el que, tal y como recuerda el autor, «Lord Byron destacaba la belleza de las mujeres gaditanas como la más hermosa y guapa». El periodista incide también en el carácter cosmopolita de una urbe inventora de la lotería y las tertulias, «que recibió el nombre de Tacita de Plata no sólo por la limpieza de sus casas blancas sino por un moderno sistema de alcantarillado que la distinguía de capitales como País o Londres».

Y es que, admirador de lugares como Arcos de la Frontera, El Puerto de Santa María o Sanlúcar, sin olvidar, por supuesto, su Granada natal y ese ramillete de pueblos y provincias a los que ha dedicado ya cuatro volúmenes de su producción, Ávila Granados reivindica cómo, todavía hoy, el mundo se sigue sorprendiendo de una tierra que siempre deja marca en quien la pisa, siempre a medio descubrir. Llena de encantos, colores y sabores, «que hoy nosotros disfrutamos» pero que ya eran objeto de admiración para algunas de las mentes más intrépidas de la historia de la humanidad.