Cultura

El hombre que volvió de las estrellas

El astronauta Pedro Duque defendió ayer en Jerez la necesidad de «seguir explorando el espacio» durante las primeras jornadas de Ciencias de la ciudad

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Pedro Duque tiene la cabeza llena de estrellas. Aunque le gusta hablar del tema con sus amigos, cuando puede, lo que más le divierte es contarle su rara experiencia sideral a desconocidos de todo el globo.

El primer astronauta español en disfrutar de los placeres de la ingravidez estratosférica reconocía ayer que lo mejor de su estancia en el espacio, al margen de lo poco que molestaban sus vecinos y de las cabriolas imposibles que te permite la levedad gravitacional, es que su bagaje cósmico le está sirviendo para «divulgar» la ciencia entre neófitos de toda clase y condición; acercarles a un ámbito que, a priori, puede parecer cerrado y difícil, pero que «está directamente relacionado con nuestra vida cotidiana, la de todos los días».

El oficio divulgativo de Duque justifica la gira nacional e internacional que tiene en marcha, unas veces como autor solista, y otras veces interpretando en grupo lo mejor de su etapa cósmica. Llegó hace unos días de Malasia y, empeñado en su afán pedagógico, se vino «encantado» a Jerez a relatar de nuevo lo mejor de sus paseos «sobre las nubes».

El encuentro, celebrado en una Sala Compañía atestada de público, se desarrolló en la sesión inaugural de las primeras Jornadas sobre Ciencia que ha organizado el Instituto de Cultura de Jerez, y que pretenden fomentar el conocimiento científico a través de un ciclo abierto a la intervención espontánea de los asistentes. El programa durará hasta el próximo viernes y cuenta con un cartel de auténtico lujo: Juan Luis Arsuaga, director del equipo de investigaciones de Atapuerca y Fernando Hiraldo, director de la Estación Biológica de Doñana, ente otros, debatirán con un grupo de periodistas especializados cuestiones relacionadas con la actualidad científica y su tratamiento en los medios. Duque habló de la necesidad de «inculcar» en los más jóvenes la «inquietud por conocer todo lo que nos rodea, porque ése es el germen de la ciencia: el deseo de saber». Explicó que hay «sobrados motivos para explorar el espacio, motivos esenciales, como entender en qué lugar nos encontramos, y también motivos puramente económicos, puesto que la inversión pública en investigación espacial acaba alcanzando entre un 400% y un 700% de rentabilidad a medio plazo». E insistió en que «hay propósitos más generales que superan los mercantilistas, razones que justifican el que se deba promocionar el desarrollo científico, ya que ha quedado sobradamente demostrado que el avance social va siempre de la mano del avance tecnológico».

El astronauta español desgranó en la Sala Compañía los detalles de sus dos viajes espaciales. Describió desde las técnicas aeronáuticas utilizadas hasta cuestiones más domésticas: qué se come y cómo se come, lo que se siente al despegar en un cohete, y qué piensa uno cuando se asoma a la escotilla y ve la Tierra: una sensación de plenitud que te invita a reflexionar.

El científico, habituado a la sofisticación de los paneles de control, también protagonizó un par de anécdotas divertidas. Primero se extrañó de que las grabadoras de los periodistas se «enchufaran» a los micrófonos de la sala de prensa. «Vaya, qué modernos», exclamó. Después, en la Sala Compañía, cuando se dispuso a iniciar la conferencia, el vídeo que había de servirle de apoyo no funcionaba. Una vez que arrancó, el sonido de la grabación se superponía al de su micro, con lo que los asistentes no conseguían entender nada. Duque frunció el entrecejo y pareció pensar: «Houston, tenemos un problema»