Cádiz C.F.

LA LUPA DE PEPE MEJÍAS Soñamos durante veinte minutos

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El once inicial que puso en el campo Víctor Espárrago me gustó, con la salvedad de que en el centro del campo el dominio del balón es prácticamente inexistente, lo que provoca una alarmente desconexión entre la defensa y la delantera. Los balones largos deben ser un arma para sorprender en determinadas jugadas, pero no una norma, como hizo ayer el Cádiz. Por ello, los delanteros tenían que pelearse por el balón con la defensa bética. Eso podría tener solución con la entrada de Morán o retrasando algo la posición de Matías Pavoni.

El partido comenzó con mucho respeto por ambos bandas y un gran miedo a perder de los dos equipos, aunque el conjunto que movió con algo de más sentido la pelota fue el Betis, por mediación de Rivera en las salidas al ataque.

En líneas generales, el Cádiz atacó por rachas, por avalanchas, sin mucho sentido y sin mover bien el balón en el centro, ya que ningún jugador lo subía con sentido, sin con balonazos largos.

Me encantó el partido de Abraham Paz, que en la primera parte secó a Robert y en la segunda a Edú. Por si fuera poco, estuvo perfecto en las coberturas a sus compañeros y en el desplazamiento del balón, además de sumarse al ataque.

A Pavoni se le notó la inactividad, ya que no estuvo muy acertado en sus acciones, aunque se vació en el campo. Por otro lado, el equipo ha renunciado a las bandas, algo que, unido a esa falta de manejo del balón en medio campo, lo condena a salir una y otra vez con balones largos desde atrás. Sólo con la entrada de Fernando Morán se usaron un poco las bandas para el ataque amarillo.

Lucas Lobos es un buen jugador, pero aún no se ha amoldado al fútbol europeo, por lo que tarda demasiado en dar el último pase y provoca que los delanteros caigan en el fuera de juego. A todos nos gustan las florituras, pero si el partido se pierde te lo echan en cara.

Tras el gol de penalti de Lobos, todos los cadistas soñamos durante unos minutos, pero pronto el Betis nos despertó del sueño y volvimos a la cruda realidad. Además, el resultado pudo ser incluso peor, ya que se pudo perder el partido en el último instante.