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Berlusconi, multimillonario, poderoso y polémico

Hijo de un banquero de clase media, es el hombre más rico del país, con una fortuna que ronda los 9.000 millones de euros

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El magnate televisivo Silvio Berlusconi, "Il Cavaliere", afronta las elecciones generales del 9 y 10 de abril con el firme propósito de mantenerse al frente de la gran empresa política que ha hecho del país en sus cinco años de Gobierno.

Con las últimas encuestas que dan como vencedor a su rival de centroizquierda, Romano Prodi, el incansable primer ministro, que en septiembre cumplirá 70 años, confía tanto en sus incondicionales como en sus dotes de avezado vendedor para repetir la victoria que obtuvo en las elecciones de 2001.

Hijo de un banquero de clase media, Berlusconi es el hombre más rico del país, con una fortuna que la revista Forbes calcula en casi 9.000 millones de euros. Su capital lo labró en una meteórica carrera empresarial que inició muy joven, cuando con apenas 25 años fundó su primera constructora, Cantieri Riuniti Milanese.

Su fama de brillante negociador se extendió muy pronto al lucrativo mundo urbanístico y, tras edificar con éxito innovadores proyectos dentro y fuera de Italia, decidió aventurarse en el sector de la comunicación.

A mediados de los años 70 puso en marcha una televisión por cable que emitía en uno de los barrios milaneses que él mismo había construido, y luego adquirió parte del accionariado del diario "Il Giornale" antes de crear, en 1978, la televisión "Canale 5". Para mediados de los ochenta contaba con tres canales privados que acabaron con el monopolio de la televisión pública "RAI" ("Italia1", "Rete4" y "Canale 5"), mientras ampliaba sus intereses al mundo del fútbol con la adquisición del club AC Milan.

Su imperio se extendió en aquella época con firmas como el grupo editorial Mondadori, la cadena de vídeo-clubes Blockbuster y participaciones en la casa Olivetti, valores que agrupó en el conglomerado Fininvest.

La entrada en la política

Culminado su proyecto empresarial, Berlusconi preparó su desembarco en política con la creación, en diciembre de 1993, de Forza Italia, un partido que, apoyado en consignas populistas y el poder de las televisiones del magnate, logró irrumpir de forma espectacular en la pugna por el Gobierno.

En sólo dos meses y con una incisiva campaña en la que prometía administrar el Estado como si fuera una de sus prósperas empresas, "El Caballero" de Italia obtuvo una aplastante victoria frente al centroizquierda en las elecciones de marzo de 1994.

Aquel gobierno duró poco: desestabilizado por los ataques de la oposición, por polémicos decretos de ley y, sobre todo, por diversos escollos judiciales, sus aliados de la Liga Norte decidieron retirarle la confianza, lo que precipitó su dimisión a finales de ese mismo año.

Al mismo tiempo que proliferaban sus empresas, también lo hacían los procesos en su contra, hasta el punto de que entre 1996 y 2000 tuvo abiertos hasta cinco juicios a la vez con cargos que iban de corrupción y soborno a falsedad en balance. Sin embargo, nunca pisó la cárcel, ya que todas las causas terminaron en absolución, prescripción del delito o en una maraña de interminable burocracia judicial que prosigue hasta hoy.

Pese a sus problemas con la Justicia, Berlusconi no descuidó el terreno político y lideró la oposición hasta las elecciones de 2001, cuando reconquistó el Gobierno con mayoría absoluta al frente de la coalición conservadora Casa de las Libertades.

Generador de titulares

En los cinco años de mandato ha hecho correr ríos de tinta con sus encontronazos con la magistratura, las leyes promulgadas a medida de sus intereses, sus retoques estéticos y su lengua afilada, que ha dado más de un quebradero de cabeza a la diplomacia italiana.

La actual campaña electoral no ha sido una excepción; en apenas dos semanas Berlusconi ha acaparado las portadas de toda la prensa con afirmaciones como que en la China comunista "se hervía a los niños" -ello le valió una queja de Pekín- o al llamar "gilipollas" a los que votan a la izquierda.

Con una defensa basada en el ataque, el primer ministro quema ahora sus últimos cartuchos para evitar una victoria del centroizquierda que le perjudicaría no sólo como político, sino también -o sobre todo- como capitán de su vasto imperio empresarial.