opinión

Mirando al Peñón

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Que el PP provoque una escalada de tensión con el Reino Unido para tapar las miserias patrias es algo tan absurdo que podría hasta ser cierto. En todo caso, no está de más el meneo para poner algunas cosas en su sitio. Que la roca nunca va a ser española lo sabe hasta el último mono. De las ocasiones en que este reportero ha trabajado en aquel lugar recuerda que estuvieron a punto de caérsele las orejas de las veces que le dijeron que España no pintaba nada allí. Sólo fue más pesada que ellos una periodista antitaurina gaditana que lo perseguía por las noches para debatir sobre el maltrato animal y que era un plomo.

El lío del Peñón sirve para esa cosa tan española que es ponerse verde a uno mismo. Por fardar de que se «pasa olímpicamente» de lo que ocurra con Gibraltar, por ejemplo, de que somos los ‘pringaos’ del mundo desarrollado. Y estar encantados con ello, como el que se dedica a poner verde al periódico en el que trabaja, como el que se mea en la paella familiar. A mí no me pasa. A mí no me gusta que me pongan mirando ‘al Peñón’, ni ponerme yo mismo el uniforme de perdedor. No es una cuestión de ardor patrio, un ansia de reconquista ni de ningún tipo de imperialismo. En lo que más me parezco a Pelayo es en una cierta habilidad para echar la sidra, pero tocarme los cataplines no suele ser buen negocio.

No es de mi agrado que un país como el Reino Unido permita que Gibraltar amplíe sus aguas a su antojo, que crezca sobre ellas, que viva del tráfico de capitales, que fabrique un arrecife en nuestro territorio y que se choteen de las patrulleras de la Guardia Civil mientras desde Madrid se llamaba «al diálogo» con los pantalones por los tobillos y se hace quedar en ridículo a guardias que son capaces de tomar una fragata de la Royal Navy con sus propias manos. Que hagan todo tipo de perrerías. Y aquí tragando, siempre tragando y haciendo el bobo mientras los españolitos en Twitter le ríen la gracia a los de enfrente y sin saber que para ser respetado hay que empezar por uno mismo.