opinión

Sin o con entrenador

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Algunos pensaban que este FC Barcelona no necesitaba ni entrenador, que jugaba solo, que se autogestionaba solo el propio vestuario blaugrana. Craso error. Cuando Messi ha dejado de resolver partidos eliminando 3 o 4 rivales, cuando el juego azulgrana ha perdido su brillantez, el equipo ha girado su mirada hacia el banquillo buscando soluciones. Y Tito no está. Está su segundo. Y no es lo mismo. Por más que se quiera, no es lo mismo. El grupo inconscientemente se relaja. Los jugadores siempre ven al segundo entrenador de manera muy distinta al primero. Los papeles de unos y otros en un vestuario son bien distintos. Todo grupo necesita de un referente que los guíe en el camino. El Barça desde la baja de Tito Vilanova por enfermedad ha ido perdiendo un poco de todo.

Le falta profundidad en su juego que dé sentido a ese famoso tiki-taka, le falta intensidad, le falta tensión en las marcas a balón parado y fundamentalmente uno de sus sellos: la recuperación inmediata de la pelota en campo contrario. Las variantes tácticas o los cambios de hombres que modifiquen el discurrir de un partido no le están llegando. Les falta su líder desde el banquillo. Falta su entrenador, aunque Vilanova lógicamente no tiene la influencia de Guardiola en el día a día del Barça. Las ultimas tecnologías o ‘whatsapp’ ayudan a que el contacto con sus colaboradores sea inmediato.

Pero el mensaje o las instrucciones no llegan de la misma manera al futbolista. Físicamente necesitan verle en la banda. Les falta su guía. Es muy loable la postura de los dirigentes del Barcelona de mantener su confianza en la recuperación de Tito. Valorar sus consecuencias deportivas es cosa bien distinta. Deportivamente, el equipo lo esta acusando. Hasta al mismo Messi se le ve desconectado del juego. Sus gestos y su cara no transmiten felicidad con el juego actual. Es necesario entrenador. ¡Vaya si hace falta!