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Andalucía para turistas distinguidos

La ruta experimental del tren Al Andalus anuncia que la propuesta complementará el lujo con el turismo cultural y gastronómico en cada ciudad

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William Somerset Maugham era un escritor de discutido talento. Genial para una parte de crítica y público, vulgar para la restante. Autor prolífico, de un centenar de obras de teatro y novelas llevadas con estruendo al cine durante la primera mitad de siglo XX. Británico pero nacido en París, hijo de diplomático, huérfano total desde muy niño, homosexual sin tormento, cultísimo, políglota y curioso compulsivo, descubrió Sevilla, primero, y Andalucía justo cuando los españoles regresaban a Cádiz mutilados o fiambres desde Filipinas. Lector voraz, conocía a los románticos que construyeron el monumento al tópico andaluz que tanto turismo, mitología exótica y daños a la imagen colectiva ha provocado. Pero se afanó en descubrir aquella tierra misteriosa personalmente. Sitúan su primera visita entre 1895 y 1899. La última de más de 50 estancias, cuando Franco ya era un veterano en El Pardo. Reunía todas las características del papel de turista excelso, pudiente y reincidente. Interés por la cultural real de cada lugar más allá del escaparate, recursos económicos para permitirse improvisar y repetir, atracción por lo desconocido, por lo opuesto a su «gris Londres de abril» y un afán por encontrar refugio temporal en el que vivir, siempre en la zona más meridional de la Península Ibérica. «Me sentaba a la cálida luz del sol aspirando los gratos perfumes que embalsamaban el aire, recordándome que no tenía nada que hacer en ese momento, ni mañana, ni pasado mañana. Me despertaba pensando cuán feliz, descansada y libre sería la jornada».

Esta descripción le convierte en candidato a patrón del Al Andalus, en ficticio cliente tipo del nuevo tren turístico que recorrerá la comunidad en una ruta fija de seis días desde el próximo 6 de mayo. Su primer viaje tras resucitar (llevaba ocho años sin actividad después de su quiebra en 2004) sirve para dar a conocer a una treintena de periodistas especializados de España, Europa y América lo que encontrarán los usuarios en unos 15 días, cuando las expediciones sean pagadas y con fuego real. Ya está reservado el 50% de cada viaje semanal. Los viajeros de este recorrido experimental juegan, por tanto, a ponerse en la piel de esos visitantes de alto nivel económico y tienen el compromiso de comentar a los promotores, FEVE, de los defectos que encuentren. Estos improvisados peritos, autores del test final, harían bien en imitar al mítico director de cine y preguntarse a cada paso ¿qué opinaría Maugham de esto?

Resulta difícil encontrar respuesta exacta al interrogante lanzado a un muerto pero permite orientarse. Además de la lujosa restauración de los coches que sirven de salón de te, salón de televisión, sala de fiestas, biblioteca o comedores recién sacados de la ‘belle epoque’, además de la gastronomía a bordo, el vino, la pausa y la exquisitez, la propuesta de Al Andalus incluye un apartado fundamental: descubrir las ciudades que compondrán la ruta de cada semana. Hasta la llegada a la provincia de Cádiz, el próximo jueves, cada jueves a partir del 6 de mayo, el periplo ha comienza en Córdoba, primera parada dominical tras la salida de Sevilla (también ciudad de destino). Visitas dirigidas por algunos de los mejores guías de cada ciudad permiten descubrir la única sinagoga de Andalucía, los detalles de la destrucción, reconstrucción y mestizaje que cimentan el prodigio de la Mezquita o los recovecos de la Judería con cada una de sus leyendas más célebres. En cada ciudad, el recorrido incluye, además del capital paseo histórico, en el que un cuentacuentos relata apasionantes paisajes de novela histórica que resultan ser reales, en sus escenarios concretos, una cita gastronómica en algún establecimiento de referencia. En Córdoba fue El Churrasco, con cata de aceite de oliva virgen y de Montilla-Moriles, visita a la casa-museo situada sobre el histórico restaurante y paso por sus cavas, llenas de botellas que también son reliquia.

La segunda escala, cada lunes, en Baeza y Úbeda, repite fórmula. Insiste en la cultura de la sangre verde andaluza, con una visita al Museo del Aceite en un complejo rural situado a las afueras de la primera de las dos localidades declaradas patrimonio de la Humanidad. La insólita huella del románico en Andalucía, el barroco, la universidad que vivió tres siglos, la catedral que compite con la capitalina, la huella de Machado, los pasos de San Juan de la Cruz y portentoso conjunto monumental alrededor del Panteón del Salvador conforman la jornada de descubrimientos que, seguro, habría asombrado al propio Maugham y que llenaría de orgullo histórico, aprecio por la diversidad y conocimiento de su tierra a cualquier andaluz medio. Ni el complemento hostelero se libra del influjo histórico en este caso. El almuerzo que tendrán los viajeros del Al Andalus será en el Parador de Úbeda, el segundo inaugurado en España tras el de la Sierra de Gredos, por Alfonso XIII en 1928 y antigua residencia del Deán del Salvador, el portentoso templo que vela los restos de la todopoderosa familia Cobos, legendaria mecenas de la ciudad.

Resulta imposible encontrar la respuesta real, pero cuesta pensar que esta forma de descubrir Andalucía sobre raíles (y cortos viajes complementarios en autobús) decepcionara la curiosidad del fallecido escritor inglés. Si se trata de buscar una referencia, de hacer pruebas para saber si gustará a ese tipo de público, lo más probable es que «yes».