La doctora en psicología y sexóloga, María Pérez Conchillo. / Federico Igea
vida en pareja

De amantes a padres

Sinceridad, comunicación y naturalidad componen la receta para gestionar los cambios que implica la maternidad. Sin esto, los prejuicios y los miedos pueden dañar la relación de pareja

MADRID Actualizado: Guardar
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El nacimiento de un hijo es un evento de vital importantísimo en la vida de la pareja y tiene consecuencias en todos los ámbitos, especialmente en el sexual. El cuerpo de la mujer durante un embarazo sufre profundas modificaciones que van más allá del simple aumento del contorno abdominal.

Con el crecimiento del vientre materno, las formas se van perdiendo, apareciendo con frecuencia várices, hinchazón por retención de líquido (edemas) y estrías, que aunque son consideradas como alteraciones normales y pasajeras, pueden alterar la imagen corporal y erótica de la mujer, si son percibidas de manera negativa por la mujer embarazada y por su pareja. Ellas puede que no se sientan seductoras y deseadas y ellos puede que no sientan la misma motivación sexual ante la distorsionada imagen de su pareja.

Por otro lado, algunos hombres encuentran sumamente atractivas a las mujeres embarazadas, y algunas mujeres se muestran radiantes y esplendidas cuando están encinta. Afortunadamente la estética y las costumbres cambian y con ellas el menoscabo erótico del cuerpo femenino en ese periodo: hemos pasado de esconder la protuberancia bajo telas más propias de una mesa camilla por ropas más seductoras, donde la barriga no solo no se esconde sino que se resalta orgullosa.

Aún así, el embarazo no deja de ser un periodo crítico en la vida sexual, una etapa en la que afloran inquietudes, inseguridades y miedos que contribuyen a generar problemas sexuales. Las parejas pueden tener miedo a dañar al feto durante el coito, o mostrarse cohibidas al notar los movimientos fetales, o preocupadas ante el temor de provocar un nacimiento prematuro.

Reacciones adversas

No podemos olvidar los múltiples prejuicios que acompañan este periodo, trasmitidos de generación en generación como verdades absolutas, entre ellos la consideración de la embarazada como un ser ‘asexual’, únicamente al servicio de la procreación. Hasta el extremo de que en esta época, en la que abunda la información sobre el tema, todavía podemos encontrar en consulta hombres con grandes reservas para mantener relaciones sexuales con sus mujeres; y mujeres que se muestran completamente reacias a compartir sexo con la pareja.

Algunas hacen responsable al marido de sus males, y llegan a «cogerle manía» durante el embarazo, no pudiendo soportar el olor corporal de él, que meses antes era requerido como apreciado amante. Otras, en el momento del parto, gritan y llegan a insultar al futuro padre, que consternado espera ansioso en la sala de espera, o si presencia el parto, no sabe dónde meterse ni cómo consolarla. Los futuros padres deben tener un poco de paciencia y no darle más importancia: son arranques pasajeros producto de un periodo crítico. El cuerpo de la mujer sufre importes transformaciones en el proceso del parto, su vagina se tiene que distender para dar paso al bebé. En el proceso ha podido necesitar alguna sutura y esa zona tan íntima y delicada se convierte en dolorosa, por lo que hay que actuar con sumo cuidado.

Cambios en el cuerpo

En el caso de la cesárea, ese canal queda intacto, pero el vientre sufre las consecuencias del bisturí, entonces las heridas internas curan más despacio y aunque la cicatriz externa esté cerrada, la mujer puede seguir sintiendo molestias en la zona durante una temporada. Por otro lado, los pechos llenos de leche y fuente de alimento del bebé tienen que compartir la función erótica con ese nuevo cometido.

Esta nueva situación puede desconcertar a la pareja, sobre todo cuando cuando estos empiezan a manar leche a la menor estimulación. ¿Qué pasa si se manipulan los pechos? ¿Cómo se siente el padre al compartir la fuente de comida del cándido bebe con sus momentos más lujuriosos? ¿Cómo se siente la mujer ante ese doble papel de madre y amante? No pasa nada, lo mejor es comentar las inquietudes que vayan surgiendo. Eso facilita la aceptación de los cambios, asumiéndolos como algo natural. Sin traumas ni prejuicios.

Las vicisitudes del embarazo y el parto pueden favorecer la incidencia de problemas sexuales, los más frecuentes en esa época suelen ser: problemas de deseo sexual (disminución o incluso falta total de deseo en uno o en ambos miembros de la pareja), dificultades para que la mujer alcance el orgasmo a pesar de estar suficientemente excitada (aunque se dan casos de mujeres que experimentan su primer orgasmo durante el segundo trimestre del embarazo, dada la importante congestión pelviana propia de esta etapa) y en el hombre puede aparecer dificultades en la erección, eyaculación precoz y también falta de deseo.

Estos problemas, tanto en la mujer como en el hombre, si no son identificados en su origen ni tratados a tiempo se pueden convertir en crónicos y persistir después del embarazo y del postparto. Cuando aparecen los problemas lo mejor es consultar al sexólogo, la intervención del profesional suelen ser suficientes para atajarlos en muy poco tiempo.