opinión

Las nuevas calles de Jerez

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Leía el pasado viernes con interés la noticia sobre el cambio de nombre de hasta 15 calles y avenidas de Jerez y la desaparición definitiva de las antiguas nominaciones del callejero de la ciudad. Estas modificaciones, realizadas al abrigo de la Ley de Memoria Histórica adoptada por el Ayuntamiento en 2009, tienen distintas connotaciones que si les parece podemos repasar. En primer lugar, de haber algún perjudicado sólo serían los funcionarios de Correos, a quienes les han puesto sobre la mesa un trabajo extra con las mutaciones que han sufrido estas calles en sus nombres.

Habrá quien piense lo contrario, pero es cierto que muchas de las placas que presidían estos viales jerezanos hacían referencia a personajes o símbolos que poco o nada tienen que ver ya con el día a día de una ciudad como la nuestra, que pretende ser moderna y abierta al futuro. Esto no quiere decir que nos carguemos de un plumazo nuestra historia simplemente por que huele a naftalina, pero sí es positivo borrar aquello de lo que casi nadie ya se siente orgulloso.

Hasta ahí bien. En segundo lugar, me gustaría destacar en estas líneas la extraordinaria y constante labor de investigación, y el amor incondicional por su tierra que ha demostrado en los últimos años José Luis Jiménez, a la sazón presidente del Cine Club Popular, sin cuyas aportaciones es más que probable que ilustres jerezanos o personajes que contribuyeron al renombre de nuestra tierra hubieran caído en el más terrible de los olvidos.

Así, a propuesta de Jiménez la antigua avenida León de Carranza se llama ahora Ingeniero Ángel Mayo; la plaza Rodríguez de Valcárcel se dedica ahora al Doctor Juan Planelles Ripoll; o la antigua calle Joaquín Bernal, que ahora recibe el nombre de Edgar Allan Poe gracias a un expediente que contó con los apoyos, entre otros, de la Facultad de Filosofía y Letras, la Universidad de Valencia y el Departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Extremadura.

Por otro lado, y gracias al Círculo Taurino, la que era llamada calle División Azul recibe ahora el nombre del torero jerezano Juan González Copano. Y es llegados a este punto donde más hincapié deberíamos hacer. ¿Por qué tienen que esperar tanto muchos ilustres de la ciudad para ser reconocidos con un homenaje como el poner una calle a su nombre? Lo digo sobre todo porque Jerez ha crecido mucho en los últimos años y ha parido innumerables calles nuevas a las que se ha bautizado con nombres la mayoría de las veces auténticamente irrelevantes.

Por ejemplo, quitando los antes citados, con los cambios de la Ley de Memoria Histórica, la calle Arquero se llama ahora Albariño; la calle Centuria, Cariñena; la calle Divisa se conocerá por Malvasía; la antigua Escuadra es ahora Verdejo; y la calle Guía pasa a llamarse Tintilla. Probablemente, hubiésemos sido más justos y honrados con nuestra historia reciente si nos hubiésemos acordado a la hora de rotular los nuevos viales de hombres y mujeres (vivos o muertos, no hace falta haberse ido para que te dediquen una calle) como los periodistas Carlos Vergara o Manolo Liaño, el bodeguero José Estévez, el cantaor José Mercé, la escritora Pepa Parra, la atleta Mercedes Chilla y otros tantos que, convendrán conmigo, en que han demostrado más méritos para tener una calle en Jerez que el Albariño, que está muy bueno, pero nada más.

Hecho queda el llamamiento. A ver cuánto tiempo tenemos que esperar para pasear por la calle Moraito Chico, otro de los que en vida habrían merecido un homenaje así.