VUELTA DE HOJA

El cambio, en calderilla

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La palabra 'cambio', cuando las cosas van mal, se identifica con mejoría, pero no hay sinónimos y también se puede cambiar para ir a peor. Hay mudanzas y alteraciones que más hubiera valido que no se produjesen, son brutales sobre todo considerando el Producto Interior Bruto. El dato más ilustrativo es que hasta hace muy poco, unos cuantos años, que no son nada en la historia infinita del tiempo, los llamados mileuristas han pasado de ser compadecidos a admirados, o al menos envidiados. Ganar un poco trabajando mucho es un agravio mensual, pero no ganar nada queriendo trabajar es una ofensa permanente. Según la minuciosa Encuesta Anual de Estructura Salarial que elabora el INE, el sueldo más frecuente en España es de 15.500 euros anuales, lo que equivale a unos 900 al mes, descontando impuestos y aplicando 14 pagas. No es para echar las campanas al vuelo, ya que no hay campanas, pero tampoco es para echarse a llorar porque no hay pañuelos para todos y se le podrían quitar a los desempleados.

Nos hemos convertido en un país de pobres gracias al esfuerzo y la dedicación de los mangantes que hicieron carrera política y llegaron los primeros a la meta. Gerald Brenan, al que conocí cuando ya era muy mayor y seguía fumando, decía que quienes tienen algo piensan que lo más importante en el mundo es el amor, pero los menesterosos saben que es el dinero. Antes que el gran hispanista, Miguel de Cervantes, que hizo España, habla de un «pobre honrado, si es que puede ser honrado un pobre».

No se sabe bien por qué le llaman emolumentos a algunas retribuciones. El vocablo alude a cantidades adicionales, de esas que tendrán que tachar en sus libros de contabilidad quienes aspiren a poner orden en nuestras maltrechas finanzas. Un arduo trabajo les espera, si es verdad que pretenden ampliar el número de mileuristas. Algo es algo, pero hablarles de austeridad a ellos es patético. Más vale estar callados.