festival de jerez

Remate eléctrico

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Entre las múltiples maneras de entender el baile, José Maya propone un estilo que asociamos a bailaores como el Farru. Velocidad, formas afiladas y una actitud desafiante sobre las tablas. El bailaor madrileño tiene unas dotes excepcionales para el baile, cuenta con una presencia escénica magnética, un dominio profundo del ritmo y por si fuera poco con un público que le sigue con fidelidad.

Sobre una mesa de madera y en circulo, Rubio de Pruna, Simón Román, Luky Losada y el propio Maya abrían el espectáculo a base de nudillos y cante por bulerías. Cante del que participó el propio bailaor para a continuación dar muestra de lo que nos esperaba con un certero marcaje y unos buenos remates.

Mara Rey, que se incorporó en el último momento para sustituir en el cante a Tañés, se estrenó en una suerte de canción aflamencada e intimista. El primer número de baile al uso se desarrolló por seguiriyas. Maya anduvo sereno en el primer segmento y explotó subiendo la velocidad casi frenéticamente en el segundo. Se gustó alargando los brazos, con el centro de gravedad ascendiendo hacia la punta de los dedos y los pies tratando de despegarse del suelo. La escobilla rapidísima no se excedió en la duración y el baile se cerró con eficacia.

Losada a las seis cuerdas se encargó de reducir las revoluciones y pausar la actuación tocando por tarantos con solvencia. La vuelta de el protagonista a escena se produjo tras una ronda de fandangos y vino a mostrar un popurrit de bailes. El número que hemos visto con anterioridad en sus actuaciones con Tomatito o en su espectáculo ‘Grito’ junto a Alfonso Losa, es un compendio de palos que van del tango a la bulería y que se remata por seguiriyas. Un continuo ejercicio de contención seguido de baile en oleadas catárquicas. Por tangos los cantaores tuvieron la oportunidad de lucirse y presentaron un repertorio camaronero. Para el final Maya dejó la soleá que no contó con tanta pausa como la primera seguiriya y por el contrario abundó en la velocidad de la escobilla y en un sin fin de remates acrobáticos.

El joven bailaor de Madrid acertó con una propuesta limpia, sin ínfulas de espectáculo dramático y en la que tan sólo perseguía mostrar su forma de bailar. Si bien es cierto que atesora cualidades suficientes para deslumbrar con su agilidad y energía, aún nos queda por comprobar cómo se desenvuelve en palos menos efectistas. Esperemos tener la fortuna de verlo con una propuesta donde trabaje la pausa y el silencio. Cualidades tiene de sobra para afianzarse como un bailaor completo.