opinión

Ineptos y corruptos

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Era, es, evidente. Alguien se estaba forrando. Alguien estaba mirando por su bolsillo y no por su pueblo. Sin importarle infringir la ley. Blanco y en botella. Tan solo hace falta darse una vuelta por El Puerto para darse cuenta. Desde Valdelagrana a Fuentebravía, pasando por la Ribera del Marisco, Crevillet, Puerto Sherry, El Aguila o Las Redes. Sin hablar de José Antonio, uno de los pocos focos de droga y marginación que quedan en toda la Bahía de Cádiz, más propio de los años 80 que del siglo XXI, o Los Milagros, otro de los barrios deprimidos.

El Puerto es, desde hace años, de toda la vida, un quiero y no puedo. Y no puedo por culpa de los encargados de gestionarlo, de cuidarlo, de protegerlo. El portuense se siente orgulloso de serlo, defiende su ciudad y la ‘exporta’ allá donde va. Pero ese amor no se ve correspondido. Sus enormes posibilidades no se explotan. Es un enclave privilegiado, que podría ser el referente de la provincia como lugar de residencia o de veraneo, pero no acaba de dar el salto.

El Puerto es, o debería ser, sinónimo de luz, de playa, de tradición marinera, de ocio. Desde el punto de vista del marketing sería una marca perfecta, muy fácil de vender a toda España, para estar a la altura de Mallorca o Sotogrande para quien quiera disfrutarlo en verano, o de Las Rozas o Monte Alto para quien desee vivirlo todo el año.

Sin embargo, a día de hoy, pasear por él supone una frustración. Ver cómo han convertido Valdelagrana en una Benidorm del sur, o como el poblado marinero de Puerto Sherry se cae a cachos. O el estado abandono de parques y zonas comunes de todas las urbanizaciones del extrarradio -excepto Vistahermosa que se gestiona sola-. O las miles de viviendas ilegales que se han apoderado de zonas no urbanizables hasta prácticamente la Sierra de San Cristóbal. Un desastre.

Un desastre que no es casual. Que responde, insisto, a la pésima gestión que la ciudad viene padeciendo a lo largo de los años. A la pésima gestión y, obviamente, a la corrupción. El Puerto está como está por culpa de gente se ha creído el sheriff del lugar.Que durante años se ha pensado que podía hacer lo que le viniera en gana. Que se forraba concediendo licencias ilegales y se pavoneaba de ello construyéndose ‘chaletacos’ de tres plantas donde le venía en gana.

Esta semana, por fin, hemos asistido a lo que esperemos sea el comienzo del fin de unos cuantos presuntos delincuentes. El juez López Marchena y el fiscal Rafael Cienfuegos están poniendo toda la carne en el asador para quitarles ese cartel de presuntos y demostrar la culpabilidad delex concejal de Urbanismo y del cesado jefe del Servicio de licencias del ayuntamiento. Para demostrar con la ley en la mano lo que todo el pueblo viene comentando en los corrillos desde hace años. Y esta operación que estalló el miércoles no es más que una pequeña parte de todo lo que se está investigando en numerosas causas abiertas.

A ver si por fin se zanja un asunto, el de la corrupción, que ha tenido anestesiado, amordazado, a El Puerto durante años. Para que por fin pueda empezar a crecer y a convertirse en lo que, algún día, seguro que llegará a ser pese a tanto inepto y tanto corrupto.