El trompo

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Dado que la semana que mañana comienza es en la que oficialmente las fiestas navideñas dan su pistoletazo de salida (Lotería, Nochebuena, Misa del Gallo, Día de Navidad), al plantearme redactar estas líneas, pensaba hacer una columna llena de buen rollo, de mucha alegría, de Felices Pascuas por doquier, de mucha «Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad», que falta hace, y de restantes parabienes propios de la época.

Quería evitar a toda costa cualquier referencia a los importantes problemas que acucian a la ciudad, desde la situación de pobreza en la que están inmersos miles de jerezanos hasta la anunciada huelga de los autobuses urbanos. Incluso quería no tener que decir nada sobre los presuntos responsables de tales problemas y, al señalar a ellos, incluyo sin excepción a toda la clase política, Alcaldesa incluida. Sin embargo, lo que en modo alguno podía sospechar es que leyendo las páginas del diario ABC (ejemplar que obtienen de forma conjunta con LA VOZ), viniera a mis retinas una noticia que sobrepasa con mucho la de la simple estupidez política.

Admito que los políticos sean ocurrentes e incluso que puedan tener alguna que otra idea que se salga de la cotidianidad. Ahora bien, lo que me parece demencial es lo que seguidamente les cuento sobre una noticia ocurrida en la vecina Sevilla y donde su protagonista, como no podía ser de otra forma, es un político de aquella capital.

Bajo el titular «Torrijos inaugura una pista para jugar al trompo», con foto incluida, explica ABC (página 6 de la edición del pasado viernes) que «Los aficionados al trompo y los niños del barrio de Valdezorras disponen ya de una zona específica para desarrollar sus habilidades en este ancestral juego. La Delegación de Infraestructuras para la Sostenibilidad ha habilitado un espacio que servirá de pista para hacer rodar los trompos, instalación con la que hasta ahora no contaba esta zona de la ciudad. Con tal motivo, el primer teniente de alcalde y delegado de Izquierda Unida, Antonio Rodrigo Torrijos, se desplazó ayer hasta Valdezorras y, en la calle Armadillo, inauguró el ‘trompódromo’ y compartió juegos con los más pequeños del barrio».

¿Qué les parece? A mi juicio es absolutamente paranoico. Hasta ahora, que yo sepa, el trompo se bailaba en cualquier sitio. No hacía falta contar con instalaciones específicas. Sin embargo, ése no es el único disparate del que se hace eco la noticia. Es llamativo que lo que siempre ha sido jugar o bailar el trompo, ahora se denomine: «desarrollar las habilidades en este ancestral juego». Además, dice la noticia que aquella zona de la ciudad no contaba con dicha instalación, lo que me hace temer que Sevilla está repleta de «trompódromos». Pero lo más hilarante de todo el asunto, es que la delegación autora de la obra, se llama «Delegación de Infraestructuras para la Sostenibilidad», nombre este bajo el que seguro se esconden una panda de enchufados, amigotes y allegados cuyo único objetivo, habitual en cierta clase política, es el de mangonear hasta puntos extremos.

¿Qué será lo próximo? Inaugurar un «corropatatódromo», donde las niñas cuenten con instalaciones específicas para desarrollar las habilidades en el ancestral juego del corro de la patata. Quizás un «salto combódromo», para saltar a la comba, o tal vez un «bolindrodromo» con agujero adaptado a la normativa europea que, a buen seguro, legisla el diámetro y profundidad de los boquetes para jugar a las canicas.

Comprenderán que, aunque el relato esté redactado con cierta sorna, la noticia es absolutamente real. Además, su protagonista es el famoso concejal sevillano de Izquierda Unida, que saltó a la fama al fotografiarse en una visita a Bruselas, dándose una mariscada de las de 3.000 euros cuyo importe, como no podría ser de otra forma, pagaron a escote los ciudadanos sevillanos. Así que lo que inicialmente era una columna para desearles buen rollito navideño, lamentablemente se tronca por otra en la que, una vez más, sale a relucir la inconsciencia, el derroche, incluso la estupidez de que sigue haciendo gala nuestra clase política, que se permite exigir al ciudadano mil y un sacrificios en forma de rebaja de salarios, congelación de pensiones o elevación de la edad de jubilación, mientras ellos construyen «trompódromos». En fin, mejor será que finalice, eso sí, deseándoles de todo corazón que esta sea verdaderamente una ¡Feliz Navidad!