Un «crowdfunding» en un pueblo de siete vecinos para salvar una iglesia del siglo XVI
La iglesia de San Lorenzo, en Fuenteodra (Burgos), es uno de los símbolos del Geoparque Mundial de las Loras
Fuenteodra, en Burgos, es un pequeño pueblo de la España vacía, en el corazón del Geoparque de Las Loras , incluido desde 2017 en la Red de Geoparques de la Unesco. Los siete vecinos que allí viven todo el año, casi todos hombres dedicados al campo y a la ganadería, se levantan cada mañana con la estampa cercana, voluminosa e inconfundible de Peña Amaya, un macizo montañoso de 1.377 metros de altitud. En ese entorno natural se alaza la iglesia de San Lorenzo , construida en el siglo XVI.
La última misa que se celebró en el interior de la conocida como La Dama de las Loras fue hace más de 15 años. Con el tiempo comenzaron a aparecer las primeras grietas y humedades. Después llegaron algunos desprendimientos. La iglesia siempre ha sido singular: enorme para un pueblo tan pequeño y quizá desproporcionada para el promontorio donde se alza. «Está en un equilibrio con el entorno» , explica a ABC el paisajista e ingeniero Javier Maisterra, empadronado en Fuenteodra, aunque de lunes a viernes vive en Palencia. « Tenía problemas desde hace cuarenta años , pero entonces los solucionaban los vecinos. Con la despoblación y el cierre, estos quince años le han dado la puntilla».
Maisterra es la cabeza visible de la Asociación Cultural Manapites , creada para «evitar el colapso y ruina de esta iglesia única, imagen inseparable del Geoparque Mundial Las Loras». Junto a la asociación Hispania Nostra decidieron poner en marcha una campaña de micromecenazgo que, este miércoles, había recibido 236 aportaciones con una recaudación de 16.843 euros. El 7 de diciembre termina el plazo para reunir 18.000 euros como objetivo mínimo y 30.000 como meta óptima.
La palabra «crowdfunding» suena a chino en un pueblo en el que casi no hay tarjetas de crédito. Sin embargo, Maisterra, de 48 años, asegura que «hemos decidido unirnos y tirar para adelante con la recuperación de algo emblemático, la torre y el campanario, para que las administraciones nos tomen en serio. En 2020 hay que ser proactivos». De momento, el relativo revuelo mediático ha servido para avanzar en la recaudación y para llamar la atención de la Junta de Castilla y León y de la Diputación de Burgos, que están estudiando el problema.
La Iglesia de San Lorenzo Mártir de Fuenteodra es un templo de estilo gótico flamígero (siglo XVI). Consta de una sola nave muy estilizada en altura, con dos tramos de bóvedas estrelladas y nervaturas de piedra. Su ábside es poligonal con potentes contrafuertes. Tiene una portada renacentista tapiada con arco rebajado, con columnas y hornacina con santo, situada en la cara oeste de la torre. Y otra, la actual en el sur, tiene arco de medio punto moldurado.
La torre es cuadrada, almenada, con óculo a medio hastial sobre la puerta tapiada, con cinco huecos, en los cuales se encuentran dos campanas y dos campanillos, uno de ellos vacío. Consta de tres pisos: el inferior, donde está el baptisterio, el intermedio que corresponde al coro y rematado como el inferior por una bóveda renacentista y finalmente el último que es el campanario. La altura de la torre supera los veinte metros.
La iglesia se halla en un estado de abandono total , en grave riesgo de derrumbe y ruina irreversible, incluida en la Lista Roja del Patrimonio de Hispania Nostra como patrimonio en riesgo de desaparición desde enero de 2020. Para frenar el deterioro, la Asociación Cultural Manapites ha propuesto materializar un Plan Director articulado en fases: «Lo primero, evitar que se caiga -dice Maisterra-; y luego, su restauración completa», objetivo para el que manejan una cifra de unos 300.000 euros. Y a partir de ahí, un proyecto cultural de desarrollo del pueblo. «Tenemos patrimonio, naturaleza, geología y costumbres».
« Nuestra iglesia está muy malita . Los técnicos piensan que incluso puede no pasar el invierno. El diagnóstico es muy triste y no ofrece dudas, aunque mientras las bóvedas no estén en el suelo todo tiene arreglo. Lo que vemos es que cubierta, bóvedas y muros no pueden más y empiezan a mostrar síntomas irreversibles de fatiga tras tantos años de desidia y abandono», concluye Javier Maisterra.
Noticias relacionadas
