Cómo se hacen las sabrosas anchoas de Santoña

La bodega de Conservas Hoya está construida por debajo del nivel del mar

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En 1940, Tomás Hoya creaba en Santoña una empresa conservera que llevaba su nombre. En estos 75 años, la empresa ha crecido de manera importante hasta disponer de cuatro fábricas con modernas instalaciones, gestionadas ya por la tercera generación familiar. Crecimiento que no ha ido en detrimento de su calidad ya que Conservas Hoya sigue siendo una de las marcas de referencia cuando de semiconservas de anchoa se trata. Como dato curioso, la bodega de la empresa está construida por debajo del nivel del mar, con unas condiciones naturales que permiten una maduración óptima de los salazones.

Los bocartes, capturados en el Cantábrico, se someten a un proceso artesanal que comienza con un lavado en salmuera durante uno o dos días antes de su descabezado y eviscerado, para pasar luego al salazonado.

Desde ese momento, colocados en barriles con sal con capacidad para unos 350 kilos, maduran en la bodega durante un mínimo de seis meses hasta alcanzar su aroma, sabor y olor característicos. Se procede entonces al sobado de las piezas, a su recorte y exprimido para que pierdan la humedad. Finalmente se filetean y se envasan a mano en las latas y tarros de cristal, donde se añade el aceite.

La Serie Oro de Hoya es la gama más alta. Anchoas con buena presencia, muy carnosas al morderlas, con el punto justo de sal y un largo postgusto. Se presentan en distintos formatos de lata, desde las pequeñas de 30 gramos hasta panderetas de medio kilo. Pueden comprarse directamente a través de la web de la conservera.

Lata de 80 gramos: 10,50 euros. www.conservashoya.es

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