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Cinco sabores para enamorarse de Extremadura

Día 23/09/2014 - 02.47h

Jamón, vino, queso, pimentón, aceite. Rutas para descubrir la gastronomía extremeña y sus magníficas materias primas

1Ruta del Jamón Ibérico Dehesa de Extremadura

Cinco sabores para enamorarse de Extremadura
El jamón ibérico, protagonista de la ruta por la Dehesa de Extremadura

El jamón ibérico es un reclamo con un inmenso tirón dentro y fuera de nuestras fronteras, y el extremeño es justamente célebre. Esto explica que se acabe de crear una gran Ruta del Jamón Ibérico Dehesa de Extremadura, a partir de dos itinerarios turísticos ya existentes que recorren las dehesas extremeñas conjugando la gastronomía con el disfrute de la naturaleza y el turismo activo.

La ruta recorre en primer lugar las sierras del sur de Badajoz, atravesando toda la provincia de este a oeste, desde Azuaga hasta la misma frontera con Portugal. A lo largo de la excursión se pueden hacer catas y visitar secaderos que van de los más clásicos a aquellos que emplean técnicas de producción vanguardistas para complementar y refinar los métodos tradicionales, como sucede en los de Fregenal de la Sierra. Otro de los atractivos de la ruta es el Museo del Jamón, en Monesterio, en el que se puede visitar la dehesa, conocer a fondo el proceso de elaboración. Además, a lo largo del año se suceden distintos eventos a lo largo de la ruta, como la matanza didáctica de Llerena (marzo), el Salón del Jamón Ibérico en Jerez de los Caballeros (mayo) o el Día del Jamón en Monesterio (primeros de septiembre). Todo ello se puede complementar con el senderismo o el cicloturismo por los bellos paisajes de las sierras.

El segundo tramo de la ruta nos lleva a la comarca de Montánchez, al sur de la provincia de Cáceres, donde se produce el que al parecer era uno de los jamones favoritos del emperador Carlos V. En ella se pasa por pueblos como Botija, donde se puede visitar una dehesa comunal. O Zarza de Montánchez, en donde se alza una monumental y antiquísima encina –conocida como «La Terrona»– cuyas bellotas habrán alimentado a decenas de miles de cerdos a lo largo de la historia. La comarca se halla sembrada de secaderos naturales y de jamonerías donde degustar no sólo los perniles de ibérico, sino también los vinos de pitarra típicos de la zona.

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