El pueblo italiano que paga a sus nuevos vecinos

El alcalde de Candela, al sur del país y con 2.700 habitantes, ofrece 800 euros a los que se muden allí para combatir la despoblación

Plaza de Candela, en la región italiana de Apulia, al sur de Italia Francesco Pio Delvecchio

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Se les conoce como pueblos fantasma porque han sido abandonados y no queda allí ni un alma. Entre los 8.000 municipios de Italia, hay 1.600 en riesgo de perder por completo todos sus habitantes. Frente a esa acuciante despoblación, surge, como siempre, el ingenio.

Candela, en la región de Apulia, al sur de Italia, llegó a tener censados en el año 1921 a 8.259 habitantes. A día de hoy solo quedan 2.700 . Este pequeño municipio medieval, cargado de historia entre dos verdes colinas, pretende recuperar la grandeza y glorias pasadas. A partir de la década de los 50 comenzó el declive demográfico. Aunque desde hace años se ha estabilizado la población, hay casas vacías, jóvenes que se marchan en busca de oportunidades laborales y se dispara el número de personas ancianas. Para invertir esa tendencia demográfica, su alcalde, Nicola Gatta, ofrece una recompensa a quienes se muden a vivir a Candela: 800 euros si se trata de una sola persona, 1.200 a una pareja, 1.800 para una familia de tres miembros, y hasta 2.000 euros cuando el núcleo familiar lo integran cuatro o cinco personas. La oferta incluye también la posible exención de algunos impuestos. El alcalde dejó claro que los nuevos vecinos «no debían pensar en vivir a costa del municipio» . Por eso, el ayuntamiento exige algunos requisitos; deben fijar su residencia en Candela, alquilar una casa y justificar que tienen un trabajo con un salario anual de al menos 7.500 euros.

La iniciativa ha dado ya algunos frutos : seis familias se han mudado a Candela. Es el caso del fotógrafo Francesco Pio Delvecchio, quien se trasladó con su mujer y una hija, y asegura a ABC que en ningún momento se ha arrepentido: «Aquí se vive muy bien, es un pueblo tranquilo y la gente muy acogedora; la calidad de vida es muy buena». Es un pueblo rico también en tradiciones; entre sus fiestas y festivales está el de las flores, con artistas que crean alfombras de pétalos en las calles. «Sin duda, yo recomendaría a cualquiera venirse a Candela», afirma feliz por su decisión, ofreciéndonos fotografías del pueblo para mostrar que es un lugar idílico.

Por su enclave geográfico, a una hora del mar, Candela fue durante tiempo ciudad de referencia, hasta el punto de ser llamada la «pequeña Nápoles», porque sus calles llenas de comercios, turistas y vendedores ambulantes tenían una vitalidad parecida a la capital de Campania. Esa animación es la que ahora pretende recuperar el alcalde: «Lo importante son las ideas. Nos proponemos salvaguardar el futuro de Candela con actos concretos» , le oímos decir. Aunque por ahora es reducida la lista de las personas que se han instalado en su municipio, Gatta ha logrado un resultado sorprendente con su iniciativa: se han hecho eco de ella no solo los medios italianos, sino muchos internacionales, entre ellos la CNN. Ha logrado así una publicidad de forma gratuita con la que nunca soñó. Con orgullo y euforia ha escrito en Facebook: «¡Qué espectacular… Candela está en el mundo!».

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