Arany Trío (Ángel Molina, piano, Diana Gómez, clarinete, y Sandra Redondo, voz)
Arany Trío (Ángel Molina, piano, Diana Gómez, clarinete, y Sandra Redondo, voz) - abc

Dos conciertos de viaje

Festival de Música El Greco en Toledo

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El Festival de Música El Greco en Toledo, que viene desarrollándose en la Iglesia de San Pedro Mártir, nos ha dejado dos actuaciones (sábados 10 y 17 de octubre) que merece la pena reseñar: la de Arany Trío (Ángel Molina, piano, Diana Gómez, clarinete, y Sandra Redondo, voz) y la del violinista Alfonso Aldeanueva acompañado de un pianista, del que no sabemos por qué el programa no ofrecía ni el nombre.

Las dos actuaciones se articularon sobre el manido tópico de los viajes musicales. Así pues Arany Trío nos quiso llevar de Viena a Nueva York y Alfonso Aldeanueva y el pianista innominado pretendieron ir del norte al sur de España. Superado el relato, la verdad es que la música que nos ofrecieron unos y otros fue más que interesante; y, así, los viajes se conformaron en unos programas ricos, completos y bien balanceados.

Los de Arany articularon su recorrido con Schubert, Mahler, Horovitz, Weill y Gershwin, con dos partes muy diferentes pero ambas muy atractivas. Aldeanueva se movió por España con piezas superconocidas para violín de Sarasate, Falla, Granados, Albéniz y Montsalvatge y otras no tan famosas pero no menos interesantes de Manén.

Arany Trío, músicos jóvenes pero ya hechos, grandes talentos de los que Toledo tiene mucho de lo que enorgullecerse, nos dejaron su buen hacer, tanto en la parte más clásica como en la más jazzística, y pudimos apreciar la solidez del pianismo de Ángel Molina, la maleabilidad sonora del clarinete de Diana Gómez y la versatilidad vocal de la cantante Sandra Redondo. En la «Sonatina para clarinete y piano», los instrumentistas estuvieron excelentes de técnica y sensibilidad y con un acople perfecto, y no bajaron el nivel en toda su actuación. Sí hay que significar también el venirse arriba de la soprano en las canciones con toque jazz, en las que pudimos sentir el alma de la música y ese paso que hay entre el solo interpretar y el interpretar y transmitir, de lo que se deduce la importancia que tienen las manos, el rostro, los ojos, la mirada para facilitar que la emoción que comunica el intérprete sea sentida por quien ve y escucha en un directo. En esa segunda parte Sandra Redondo lo bordó.

El joven violinista Alfonso Aldeanueva, también toledano, recién egresado de la ESMUC ( Escuela Superior de Música de Cataluña) cantó con su violín melodías populares de una España plural y muy rica en folklore, sobrevolando buena parte del repertorio español escrito para el rey de los instrumentos de cuerda. Especial atención tuvieron los arreglos de Kreisler, siempre tan violinísticos y naturales, que Aldeanueva resolvió con templanza y fogosidad a la vez. En el programa, entre Sarasate, Albéniz y Falla, el acento catalán lo puso un Montsalvatge intimista y el menos escuchado Manén, del que merecidamente se comienzan a revisitar obras y eso es algo que hay que agradecer a este intérprete. Bien aprendidas las bases técnicas, interpretó sin pestañear las partituras, y cuando escribo, sin pestañear es exactamente eso. No todo va a ser como Malikian, pero un poco de complicidad con el público y algo de transmisión sí me parece necesario en un intérprete, y este es un camino a explorar por este violinista cuyo futuro es seguir creciendo.

En suma, el Festival de Música El Greco en Toledo sigue ofreciendo frutos. Esperemos que, tras el invierno, vuelva la primavera y estas semillas ya bien arraigadas vuelvan a florecer.

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