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Luces sin sombra

Entrevista con Arsenia Tenorio: «Me encantaría montar en Toledo capital una magna exposición que agrupe diferentes series y registros para que la gente disfrute. No quiero mostrar mi grandeza si no mis sentimientos»

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Así que pasen quince años. Como un suspiro. Me he internado en la manchega llanura, hasta Quero ( Toledo), en el sur del sur de Madrid, para recuperar una amistad nacida a finales del pasado siglo y que la tierra –siempre la tierra- pone en olvido por medio. He llegado a su estudio a primera hora de la mañana y he observado que Arsenia Tenorio (Retamosa de la Jara, Toledo) ha revolucionado su arte. «No, es una evolución natural: intento despojar mis cuadros de todo lo que sobra», me corrige la artista. Degustamos un café y me dispongo a descubrir en vivo y en directo las sensaciones que emanan de decenas de cuadros repletos de luz y de vida.

-Arsenia, su trabajo no tiene nada que ver ya con tus etapas del pasado siglo. Atrás quedan 4.000/5.000 trabajos…

- Mi obra está repartida por medio mundo. Es extensa e intensa. Yo arriesgo en cada lienzo. Mi secreto es sencillo: pongo toda la pasión en cada pincelada. Cada obra es única, apenas retoco, todo fluye espontáneamente, va saliendo de adentro a fuera.

La soeldad del creador

- Eso es tener poder, el poder de transformar el mundo.

- Si, es un poder mágico, incontrolado. Poder en la mente, en el corazón. Más que poder, energía vital. Pintar es un desafío, un desasosiego, una inquietud, una actitud cuasi mesiánica… Crear implica riesgos, temor a equivocarse…y cuando sentimos esa sensación es más fácil buscar soluciones ya hechas de quienes terminaron exitosamente su tarea. Por ello, cuando trabajo, intento desbloquear todo lo que me impide no ser yo, y cuando comienza esa fluidez (mitad amor y mitad temor) me vacío de miedos, conecto la mente a mis manos y todo comienza a funcionar tal y como quería…

-Su trayectoria profesional ha pasado por el academicismo, la abstracción hasta llegar a esa mistura de luces y colores que se refleja en series tan acusadas como «Mis ciudades favoritas».

-Mi devenir es revolucionariamente moderado. Las series no son invenciones del azar, son consecuencia de la evolución del proceso creativo. Los diferentes registros o lenguajes empleados por el artista persiguen un único fin: transmitir sensualidad. El cambio marca la nueva narrativa pictórica. La colección “Mis ciudades favoritas” intenta quizá, una vez más, conectar con el tipo de lenguaje más multicultural que existe, el arte; poner al descubierto lo que todas tienen en común: muros, puertas, puentes y ventanas. Esas estructuras que a base de hacerlas tan nuestras, terminamos por concebirlas infranqueables.

-Me está descubriendo que detrás de su obra hay todavía un gran desgarro de emigración interior…

-Si. Nos olvidamos de que nacer allí o aquí es una circunstancia. Más importante que la tierra, son las personas; es mi lucha por romper barreras. Ten en cuenta que mis padres fueron de los primeros inmigrantes españoles, que se trasladaron de Toledo a Extremadura buscando un trabajo mejor; yo lo he vivido y conozco ese rechazo, ese desprecio de ser “forastera” por pisar un trozo más lejano de suelo español. Lo malo es, que cuando regresas de nuevo a tu provincia te hacen sentir algo parecido.

- Quiero entender que en la era de las tecnologías y de las redes sociales, la discriminación y la incomunicación son dos elementos muy comunes.

- Algo así. El artista es el mayor comunicador de la sociedad que le ha tocado vivir. La crítica social es necesaria, lo difícil es, encontrar el equilibrio para contar la realidad. Hoy la humanidad se nutre de reflexiones televisivas ya hechas, donde el arte y la opinión pública pueden bailar juntos al son de las tecnologías sin disfrutar ni tan siquiera de su propia música. Sutilmente se nos marcan las formas y las maneras de decir, las pautas para percibir, y en definitiva, se muestra una realidad que no es la nuestra, es la suya.

-¿Quiso establecer sus propias reglas en «La exposición de los Recortes», instalada en la Fundación Antonio Saura, de Cuenca?

-En cierto modo. En «La exposición de los recortes», mostré la huella de una crisis bestial, al menos para los que la hemos padecido en carne propia. Puse lo mejor de mí como artista. Los soportes eran materiales de deshecho: papeles, cartones…, pero la exposición lució espléndida. A tiempos difíciles, más coraje. Se realizó sin casi un euro para materiales ni nadie nos ayudó. Se hizo con presupuesto cero. Con mucho corazón. Duro, muy duro de verdad, cuando ves correr dinero púbico en todas direcciones; esto hay que decirlo en voz alta.

Proyección exterior

-Se ha ganado el respeto en muchos países pero en Toledo es casi una desconocida.

-Hace muchos años que la serie «Sensaciones sobre el plástico», se expuso en el Museo de Santa Cruz. Los plásticos, nos gusten o no, han conformado la historia y yo escribí con mis pinceles una crónica actual de aquel tiempo. La Mandrágora, de TV2 le dedicó un programa destacando la originalidad del tema y de la técnica; el ABC Cultural, El País de las Tentaciones, The European Magazine, Guadalimar, Futuro, Época y Arte de Vivir, entre otros, levantaron acta gráfica y literiaria de dicha exposición. Tanto fue así, que en el Día Nacional del Plástico, el titular de Industria, Josep Piqué me ofreció un espacio generoso en la sede y el propio ministro inauguró dicha muestra.

A pesar de haber dedicado a Toledo una de las series más original y bonita de «Mis ciudades favoritas» expuesta en San Clemente (Cuenca), donde en realidad triunfó fue en Madrid. Recuerdo que la prensa citó la obra como «espectacular en registros y soportes»”. En realidad mi tierra no conoce bien ni mi obra ni mi trayectoria. Todavía. Espero que de ahora en adelante todo cambie.

Sin sombras

-Veo que ha agrandado el tamaño de sus lienzos y, de pronto, ha roto con las sombras «batiendo» colores que, en principio, son antitéticos.

- No hay contradicción en los colores. Los colores crean la luz y la luz es energía. La energía no tiene principio ni fin. El calor, el frío, la fusión deben mezclase para producir sensaciones al espectador. Lo demás no es arte. Me alegra que muchos compradores me agradezcan que cada mañana sienten mi obra de forma distinta. En cuanto a las sombras, ¿para qué quiero hacer una sombra en un blanco si el blanco tiene su propia sombra? Yo procuro que la iluminación de todo el espacio provenga del propio cuadro y, cuando se le aplica luz artificial se vea de otra manera. La luz cambia los cuadros como cambian la noche y el día.

- Ha solventado magistralmente los horizontes pintando sobre el bastidor, consiguiendo dimensiones siderales.

- Intento que todo el espacio pierda los límites. Realizar una obra interminable. Si te fijas un poco, cada cuadro explica el tiempo que le has dedicado, la rapidez con que ha sido «escrito», la pasión que has puesto en él, el trabajo, la firmeza, la ternura que has depositado allí. Un cuadro delata al artista.

- Hasta llegar a la sencillez. Y a la elegancia.

- Sí. En la sencillez reside la elegancia. Pintar es como la vida misma. Con los años te vas desprendiendo de bagajes inútiles y te centras en lo esencial: en ser feliz con las pequeñas cosas.

- Arsenia, a usted la gente te conoce más fuera que dentro de Castilla-La Mancha. Acaba de llegar de Viena, viaja a Roma casi todas las semanas. ¿Por qué ese trasiego?

-Son viajes relámpago para redecorar espacios inmensos y vacíos de mansiones públicas o privadas que necesitan ser más habitables; me convierto en arquitecta de interiores, me dejo llevar por mi instinto y con lápiz y papel diseño a vuelapluma un traje a medida que siembro de flores, cuadros, telas o cristal –o los mezclo- para convertir ese muro de cemento armado en una zona con vida propia llena de luz, sonidos, olores y de colores.

El retrovisor del pasado

El encuentro en el amplio estudio de Quero se rompe poco más de media hora para degustar queso, jamón y un vino de la tierra. Hemos mirado hacia atrás sin ira ni nostalgia recordando la grabación de «En propia voz», que realizamos para Televisión Española. Por el retrovisor de la vida hemos dado un repaso al peso de los días mientras disfruto de su obra en plenitud. «La pintura digital no puede transmitir sensaciones como un lienzo», sostiene AT. Pasamos revista a sus referentes: Chagall, a Paul Klee, a Bacon, y a Naranjo; Y a Barjola, a Piet Mondrián, a Gros y a Gris. Paralelamente, entró en su vida el teatro conceptual, el templo de El Prado y, cómo no, la genialidad de Pablo Picasso y de Salvador Dalí. Bebiendo en esas fuentes del talento, sus pinceladas se desbordaron en todas direcciones.

Sus cuadros, uno a uno, son mucho más que apilados contra la pared forjando un muro de desmesurada energía. Aprendo de las sombras, las fugas, los acentos, las inflexiones; es como escuchar música. Cierras los ojos y sueñas en la conjunción de tinturas, prismas, pretextos, capas, pigmentos, tejidos, tintes… entre miles de tubos de pintura y pinceles de todos los tamaños. Un universo único dentro de mil mundos de sueños posibles. O imposibles.

Puentes, puertas y ventanas

Pone últimamente su pincel sobre los puentes, las puertas y las ventanas de cada ciudad porque esas piedras ajadas por el tiempo retratan como nadie a los hombres y a las mujeres que las habitaron. «Los puentes comunican, las puertas explican la historia familiar y las ventanas, balcones y celosías, dejan entrar el amor, la luz y el viento a todos los rincones de la estancia», explica Arsenia Tenorio mientras me muestra su interpretación personal de la Puerta del Sol en Toledo, o de la entrada a la Iglesia de la Basílica de la Virgen del Rocío, en Huelva. Distingo de inmediato rincones de Madrid, de Cuenca, de Alcázar, de Chicago, de Roma… Unos trazos sencillos, firmes, poderosos… un pliegue, un movimiento, un color otoñal identifican a toda la ciudad. «Las piedras nos hablan igual que los paisajes y las personas», defiende la artista. «“Solo hay que saber dialogar con ellos».

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