Vista de la sucursal desde la calle de las Cadenas
Vista de la sucursal desde la calle de las Cadenas - r. del cerro
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Un edificio singular (por ahora vacío) en Toledo: la sucursal del Banco de España (1949-2011)

El Banco de España cerró su sucursal toledana en 2011, dejando un vacío inmueble sujeto desde entonces a discutidos usos que todavía se cruzan en los despachos institucionales

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La protagonista de la anterior entrega era la artística portada barroca de una casona que hubo en la calle de las Cadenas edificada en 1765 por un industrial sedero. Exponíamos que aquel antiguo edificio, frontero a la iglesia de San Nicolás, había acogido el Centro de Artistas e Industriales entre 1871 y 1884, albergando después la sucursal del Banco de España en Toledo. En 1949 el inmueble fue demolido totalmente, trasladándose años después su labrada portada al templo parroquial de Santa Bárbara donde allí sigue. Aquel derribo se insertó en los planes que entonces barajaba la entidad financiera para habilitar una moderna delegación, cuya actividad pública ha pervivido en la calle Nueva hasta el 31 de mayo de 2011.

En 1927 el banco ya había adquirido un inmueble medianero en la calle de la Sillería para ampliar sus dependencias además de efectuar arreglos en la histórica casona del siglo XVIII. Sin embargo, en 1932 se decidía que era preferible levantar una moderna instalación en el convento de Santa Fe, junto al paseo del Miradero, lugar que también era deseado para construir una nueva central de Correos. En 1935 este órgano financiero adquirió el cenobio, marchando las Comendadoras de Santiago a unas dependencias que les cedieron las religiosas de Santo Domingo el Real donde allí continúan. El arquitecto de la entidad, Luis Menéndez Pidal (1896-1975) trazó un singular proyecto para la nueva sucursal, sin embargo el estallido de la guerra lo paralizaría de inmediato, manteniéndose la actividad en la calle de las Cadenas con la idea de sustituir, allí mismo, la vieja sucursal por un nuevo inmueble. Las obras comenzaron en 1949, llevándose la atención al público al número 4 la calle de la Sillería, el mismo lugar que ya, en 1931, había acogido la Caja Regional de Previsión Social de Castilla-La Nueva, enclave que hoy ocupa un Centro de salud.

Luis Menéndez Pidal elaboró un conjunto estéticamente similar al previsto para el paseo del Miradero, si bien ahora lo tenía que acomodar a un solar asfixiado por varias calles y fincas colindantes. SI los dos flancos asomados al jardín de la calle de las Cadenas son los más uniformes, la fachada de la calle Nueva es un continuo juego de ángulos y volúmenes: el acceso en chaflán al jardín, una leve rinconada previa al cuerpo saliente de la puerta principal y un cubo que cierra el costado derecho bajo una terraza. Para dar iluminación a las dependencias interiores, en el centro del nuevo proyecto, se situó un amplio hueco de luces que acogería, baja una claraboya, el patio de operaciones de la planta baja. Por otra parte, un jardín exterior, dispuesto frente a la iglesia de San Nicolás, aumentaba la perspectiva del edificio desde las vías inmediatas, aun cuando se perdieron algunos metros de solar, ya que se aprovechó el momento para ampliar la anchura de la calle Nueva en su entronque con Cadenas.

El arquitecto recurrió a elementos plenamente clasicistas en los alzados exteriores, como el sólido paramento de sillería almohadillada de la planta baja y las columnas dóricas del pórtico adintelado. El ladrillo surge en la mitad superior de la fachada encajado por sillares, cornisas y molduras de piedra perfectamente labradas. La impresión general es la de un conjunto compacto, solemne, de líneas y cuerpos depurados, sin concesiones a materiales rústicos y soluciones artesanas. Cierta sensación de «nobleza» también la otorga la rejería de inspiración renacentista de la planta baja que defiende los grandes ventanales de la zona administrativa donde se reunían los despachos, el patio de operaciones (con su claraboya ilustrada con el escudo de Toledo) y otras estancias auxiliares. Las dos plantas superiores se destinaban a las viviendas del director, cajero y otros empleados, surgiendo sobre el ático que remata la puerta principal una tercera altura con una galería bajo el chapitel. El sótano del edificio albergaba los depósitos de reserva, valores, cajas de alquiler, archivos y servicios varios. El vestíbulo quedó adornado con un reloj elaborado por el forjador Julio Pascual con alegorías de la «Industria, la Agricultura y el Trabajo».

Quede para el final un detalle levemente dispar. Si en el frontispicio se indica que el edificio fue inaugurado el «17 de abril de MCMLIV», según la prensa, el acto formal aconteció algo después, el 6 de julio. Asistieron las autoridades de la entidad, de la provincia y la ciudad. El cardenal Pla y Deniel recibió del Banco de España un donativo de 20.000 pesetas para atender, por igual, obras de caridad y la ejecución de Casa Diocesana de Ejercicios Espirituales situada junto a la carretera de Ávila.

Al cabo de cincuenta y siete años, en el 2011, a causa del euro y sus secuelas, vino el cierre de esta sucursal del Banco de España, lo que supuso una muesca más en la calle Nueva -el pequeño Wall-Street o distrito financiero toledano-, dejando un vacío inmueble sujeto desde entonces a discutidos usos que todavía se cruzan en los despachos institucionales y, esperemos que, escuchando las propuestas vecinales. Convendría pues, que a esta singular construcción yerta en el centro de la ciudad e identificada con la histórica peseta, le fuese devuelta la vida. Al menos, el esqueleto del edificio, permanece catalogado como Valor Patrimonial Individual dentro del Plan Especial del Casco Histórico de Toledo.

[FOTOGALERÍA: Un recorrido en imágenes por el Banco de España en Toledo]

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