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opinión

Érase un hombre a los libros pegado

«En el trabajo de Alfonso González-Calero se une la eficacia junto con la pasión»

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Es una realidad que la Biblioteca de Castilla-La Mancha ha dejado de ser un satélite de la cultura para convertirse en un planeta con luz propia. Su actividad cultural es impresionante (clubes de lectura, presentaciones, conciertos, charlas, concursos, etc.) y no es difícil aventurar que se trata de una de las instituciones más brillantes y mejor valoradas que tenemos en nuestra región.

Desde luego que gran parte de este éxito apunta hacia el equipo directivo que pilota esta Biblioteca. Pero yo quisiera destacar la labor callada y fundamental que desempeña allí el editor y periodista Alfonso González-Calero. Yo lo conocí hace muchos años, cuando trabajaba en la sección de Cultura ubicada en la calle Trinidad. Bajito, inquieto, siempre amable (nunca lo he visto de malhumor), anda como empinándose o levantando un poco los pies y casi siempre con libros en la mano (pegado a ellos, como la nariz al hombre en el conocido soneto de Quevedo), amigo de tantísimos escritores… Hace auténtico encaje de bolillos para cuadrar la agenda cultural de la Biblioteca, que difunde con habilidad por las principales redes sociales.

Los comentarios que cuelga en el facebook son siempre muy interesantes; yo los leo por sistema. Cuenta con una especie de revista digital –que llega a los lectores con una puntualidad alemana- donde se comentan las últimas novedades editoriales y noticias culturales relacionadas con Castilla-La Mancha, que se ha convertido en un referente imprescindible.

Es un hombre tremendamente apasionado por los libros (para mí es un complemento fantástico de la Biblioteca, porque los libros que no encuentro allí se los pido a él, de modo que así suple sus lagunas.) Muestra un entusiasmo fuera de lo común por todo lo que se escribe en Castilla-La Mancha, como lo demostró en el catálogo de publicaciones de su editorial Almud. Incluso asiste a las conferencias que se imparten en la Biblioteca, siempre atento con su cuaderno y su boli en la mano tratando de pescar alguna mariposa o alguna perla que le llame la atención o que aprenda de lo que dice el conferenciante. En su trabajo se une la eficacia junto con la pasión, y eso es algo que se nota y que apreciamos todos. Por eso, aunque se trate de una labor silenciosa o humilde, es de justicia resaltar su esfuerzo y su entrega. Su vida y su trayectoria merece un reconocimiento público no tardando mucho. El mío ya lo tiene desde siempre.

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