Material intervenido por la Guardia Civil
Material intervenido por la Guardia Civil - guardia civil

Tres detenidos por torear a la luz de la luna en una finca de Oropesa

Veinte reses, valoradas en unos 53.000 euros, tendrán que ser sacrificadas por no ser aptas para la lidia en festejos taurinos

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Torear a la luz de la luna, ¿romanticismo, temeridad o delito? La detención de tres maletillas en una finca de Oropesa en mitad de la noche ha sacado a la luz esta añeja práctica de los jóvenes de escasos recursos que antaño aspiraban a abrirse camino en el mundo del toreo.

Algunos de ellos llegaron a convertirse en figuras del arte de Cúchares. Juan Belmonte (Sevilla, 1892–Utrera, 1962), probablemente el matador de toros más popular de la historia, pasó muchas noches dibujando el toreo como furtivo bajo la luna llena en cerrados y ganaderías.

Con Belmonte alejado de los ruedos, surgió la figura del mítico Manuel Benítez «el Cordobés» (Palma del Río, 1936), cuyas primeras experiencias taurinas tuvieron lugar durante la luna llena en dehesas muy cercanas a su domicilio.

Historias del pasado, pensaban ayer algunos aficionados, que creían que estas prácticas con su punto romántico por su nocturnidad y alevosía ya eran extractos que solo se podían leer en biografías de toreros de otra época.

Pero la realidad otra vez se supera. Que se lo pregunten al mayoral de la finca de «Valderrevenga», a tres kilómetros de Oropesa. Aquí pastan reses de encaste Santa Coloma (minoritario en España), propiedad del ganadero Adolfo Rodríguez Montesinos, además de veterinario y secretario de la Asociación de Ganaderías de Lidia.

Cielo nublado con claros

El mayoral de «Valderrevenga» estaba convencido de que algunos maletillas habían estado en la finca tentando ganado con la primera luna llena del año, el 5 de enero. Convencido de que la historia se repetiría, el capataz contó el 1 de febrero a la Guardia Civil que temía que esa noche –tres días antes de la luna llena– los maletillas volvieran a aparecer.

Por ello, dos agentes de la Guardia Civil y otros dos de la Policía Local de Oropesa se citaron con el mayoral para adentrarse en la finca de manera sigilosa en mitad de una fría noche de invierno. Sobre la una de la madrugada, dejaron sus vehículos alejados de la finca y caminaron campo a través unos tres kilómetros, guiados por el capataz. Llevaban linternas, pero no las encendieron en ningún momento. «El cielo estaba nublado, con claros. Se veía lo suficiente con la luz de la luna», cuenta a abc.es uno de los policías locales, que creía que esto de torear de noche eran historias del pasado.

Al llegar a la plaza de toros de la finca, los agentes confirmaron las sospechas del mayoral: vestidos con chándal, dos hombres toreaban un novillo dentro del coso y un tercero se encontraba en la parte superior de los corrales, desde donde vigilaba. Los maletillas tienen entre 30 y 35 años, y tenían apartados ochos novillos dentro de los chiqueros, para lo que habían tenido que reventar varios cierres.

Los agentes y el capataz estuvieron unos 15 minutos observando y diseñando el «plan de ataque». Al ser descubiertos, los tres hombres salieron de estampida, tomando diferentes caminos. Entonces los agentes se repartieron y alcanzaron a dos de ellos después de unos 500 metros a la carrera por el prado con los novillos sueltos. Uno de los arrestados cayó dos veces al suelo, lo que permitió a los agentes darle alcance. En el caso del otro hombre, las alambradas frenaron su acelerada huida.

En cambio, el tercer maletilla logró huir. Sin embargo, no llegó al vehículo con el que sus amigos y él se habían acercado hasta «Valderrevenga». Esto se supo porque una hora después los agentes localizaron en una finca colindante, situada a unos 3 kilómetros, el automóvil propiedad de uno de los detenidos. El vehículo estaba oculto por una lona, cerrado y con las llaves en el depósito del combustible.

La sorpresa

Los dos detenidos contaron a los agentes que esto de torear a la luz de la luna seguía practicándose mientras recogían sus pertenencias: dos muletas con estaquillador, dos espadas simuladas, un estaquillador, un capote, una funda para guardar las telas, un taladro con varías ganzúas para abrir candados y cerraduras, y una cizalla.

Aunque iban en chándal, la pareja de maletillas llevaban su documentación, por lo que más tarde saltó la enésima sorpresa de la noche: sobre uno de ellos pensaba una orden de busca y captura de un juzgado de Madrid por un hurto. La identificación del tercero fue cuestión de días.

Ahora todos están en libertad. A la espera de lo que decida el juez de instrucción que se ha hecho cargo del caso. Se podrían enfrentar a un delito de daños si prospera la denuncia del ganadero, que les reclama 53.000 euros. Adolfo Rodríguez Montesinos asegura que va a tener que sacrificar una veintena de reses bravas porque, después de la peripecia de estos maletillas, ya no son aptos para la lidia en festejos taurinos.

Por tanto, torear a la luz de la luna, ¿romanticismo, temeridad o delito?

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