La exposición «Greco, Toledo. 1900» llegó a Bruselas y recorrió varios países en 2007
La exposición «Greco, Toledo. 1900» llegó a Bruselas y recorrió varios países en 2007 - afp
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El Greco en el siglo XXI: Un centenario y un proyecto cívico

«Una vez superado el abandono institucional de este espacio en mitad de la España olvidada, Toledo debe despertar del anodino sopor que lo ha sumido en un inmovilismo que no es quietud, sino que es una prolongada moribundia de la que es necesario sanar. El año Greco ha marcado un camino positivo»

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Desde el inicio mismo del siglo XXI, el proceso de exhibición y difusión de la figura de El Greco continúa y se intensifica. Recuérdese que citábamos, en el artículo anterior, las primeras exposiciones del milenio, que se había abierto con una trepidante actividad expositiva. Los escasos años que mediaron entre las exposiciones que se organizaron en el siglo XX habían desaparecido en los primeros años del siglo XXI, donde, de manera correlativa, al menos con una periodicidad anual, se ofertaban muestras que, como veremos, fueron verdaderos acontecimientos culturales por la concurrencia multitudinaria a las mismas. Citamos, en su momento, las exhibidas en Madrid (2000), bajo el título de El Greco. Cuatrocientos años del retablo de Doña María de Aragón; la de Santiago de Compostela, organizada el mismo año que la anterior con el motivo temático de Facies Deitatis.

Los rostros de Dios; y la que el mismo año, se mostraría en Río de Janeiro, donde la obra seleccionada del Cretense compartiría espacio con otros artistas, en una exposición titulada Del Greco a Velázquez. La cultura española durante la Unión Ibérica, motivo por sí mismo ilustrativo de cómo El Greco ha pasado a ser un signo de identidad cultural dentro de un espacio geográfico ingente que une el Mediterráneo con el Atlántico. Apenas iniciada la primera década del nuevo siglo, las exposiciones se multiplican: en 2001, en Viena, pudo visitarse una muestra monográfica sobre el artista cuyo título fue El Greco; al año siguiente, de nuevo Galicia albergaría una muestra, en esta ocasión, en La Coruña, con el título, El Greco. Apostolados; 2002 es el año en que Tokio se suma a las ciudades que acogen obras de El Greco, en una exposición temporal cuyo motivo central fue Obras maestras del Museo del Prado; entre 2002 y 2003, la Biblioteca Nacional, en Madrid, es el escenario compartido por la palabra y la pintura en Arte y poesía: el amor y la guerra en el Renacimiento, donde fue posible contemplar algunas obras de El Greco; de nuevo Madrid, en el año 2003, acogería una muestra con un contenido evolutivo: Bizancio en España: de la Antigüedad tardía a El Greco; en 2004, nuestro pintor regresaría a Santiago de Compostela, donde se daría la oportunidad, por tercera vez, de admirar una parte de su producción en Santiago y la Monarquía de España (1504-1788); en 2003-2004, El Greco vuelve a erigirse en nexo que vincula las tierras de un lado y otro de Atlántico, pues es Nueva York la ciudad escogida en esta ocasión para mostrar una monográfica, El Greco, en el Metropolitan Museum of Arts; entre 2004 y 2005, es, nuevamente, Madrid la ciudad que cede su Museo del Prado para la celebración de una muestra antológica: El retrato español. Del Greco a Picasso; el interés por El Greco en la Alemania universitaria de los siglos XIX y XX se plasmó, a comienzos del XXI, en una exposición exhibida en Colonia, en el año 2005, cuyo título fue, Aspectos de Cristo. Imágenes de Cristo desde la Antigüedad hasta el siglo XX; Budapest albergó, en 2006, una exposición nominada como El Greco, Velázquez, Goya. Cinco siglos de obras maestras; ese mismo año fue Toledo la sede de una nueva exposición que recibió la designación de Celosías. Arte y piedad en los conventos de Castilla-La Mancha durante el siglo de El Quijote; en 2006-2007, son Santiago de Compostela una vez más, junto con Bilbao, las ciudades donde se muestra El retrato español en el Prado; y en 2007, Pekín y Shanghai albergan De Tiziano a Goya. Grandes maestros en el Museo del Prado.

Digna de mención aparte es la exposición inaugurada en el Museo del Prado el 3 de diciembre de 2007, titulada, Los grecos del Prado. Más de un siglo después de su primera muestra, dedicada, precisamente, a nuestro artista, la gran pinacoteca ofrecía una nueva exhibición de los fondos que se alojan en sus dependencias sobre la obra del Cretense. Motivó tal muestra la edición del catálogo razonado de la colección de 47 obras de El Greco –37, autógrafas, más diez de su círculo- que conserva el Museo del Prado, una magnífica obra, exhaustiva y cuidada, de Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura Española del Renacimiento del Museo. Era la primera vez en que se reunía la totalidad de las obras con autoría del Cretense que atesora el Prado, incluido el San Bernardino, depositada, en 1910, en la recién reinaugurada entonces Casa-Museo de El Greco. El criterio expositivo de esta muestra le confería también una importancia añadida: la de que, a través de su recorrido, el visitante descubriría la historia de El Greco en el Museo y la forma en la que ingresaron sus obras, lo que equivalía a asistir a una sinopsis diacrónica del periodo en que el pintor había sido sometido a un proceso de revalorización, con lo que la revisión de su obra y el examen de su verdadera valía, llevado a cabo en las restringidas esferas intelectuales, se ofrecía también, en esta muestra, al gran público. De esta forma, tanto a través del catálogo razonado como a través de las obras mostradas y de su orden de disposición, se pudo admirar, desde el primer conjunto, que procedía de las colecciones reales, continuando por las obras religiosas adquiridas después, procedentes del desaparecido Museo de la Trinidad, hasta las correspondientes a época más cercana, provenientes de donaciones, legados y compras. Así, se pudo conocer que el San Sebastián fue una donación de la Marquesa de Casa Riera, que lo cedió en 1959, o que las dos esculturas de Epimeteo y Pandora, fueron donadas por la viuda del Conde de las Infantas en 1962, o que la disposición del Museo a incrementar cualitativa y cuantitativamente la obra de El Greco de su colección permanente se había enriquecido con algún ejemplo de su etapa italiana, como La Huida a Egipto, última de las adquisiciones del Prado, realizada en el año 2000.

Pero, ¿qué ocurría mientras tanto en la que ciudad del pintor, en el Toledo de El Greco?

En la ciudad y en el mundo

Durante la última década del siglo XX, Toledo parece despertar de su secular letargo. La agenda cultural toledana, habitualmente anodina, comienza a contener eventos que revierten en el propio tejido social de la ciudad, al tiempo que tienen repercusión a escala nacional e internacional. En este cambio de la naturaleza de la actividad cultural de Toledo tiene especial responsabilidad la Real Fundación de Toledo –instituida, recordemos, en 1989-, que, desde los inicios de su andadura, se compromete con la profundización en el conocimiento de El Greco, y con la divulgación de los resultados de dicha actividad en actos populares en que se cuida especialmente el mantenimiento de una alta dignidad intelectual. Con la apertura del nuevo siglo, esta práctica no sólo se mantiene, sino que cobra una energía mayor. Entre las exposiciones que organiza la Fundación se encuentran: Obras maestras del Museo de Santa Cruz (1999-2000), El Bautismo de El Greco del Hospital Tavera, (1999-2000), Los Grecos del Museo del Greco, (2006-2007), El Greco. Vista y plano de Toledo: La ciudad a través de un cuadro (2008). Todos estos actos son posibles merced a una hábil y eficiente labor de financiación por medio de patrocinios, atribuible, sobre todo, a Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, nieto del médico humanista del Novecentismo y, como su propio abuelo, enamorado de Toledo y comprometido tanto con la conservación y difusión de su patrimonio como con su progreso. La línea de actuación que Marañón imprime al funcionamiento de la Real Fundación de Toledo retoma el espíritu de rigor científico y de convocatoria a todos las capas sociales que definió la organización de la exposición sobre El Greco que tuvo lugar en 1982, motivada por el cincuenteno aniversario del hermanamiento de Toledo de Ohio con nuestro Toledo. Entonces, como ya señalamos, al carácter itinerante de la muestra y su montaje en cada una de las ciudades participantes –recordemos que a las dos Toledos se sumaron Madrid y Dallas-, se organizó un simposio en nuestra ciudad sobre aspectos relevantes del pintor. Ese mismo ánimo se retoma en el año 2007 con el ciclo de conferencias titulado Hablando del Greco, pronunciadas por algunos de los más importantes especialistas en la vida y la obra del Cretense, en el marco de la exposición Los Grecos del Museo del Greco, como un eco resonante de la exposición paralela, Los Grecos del Prado, mencionada más arriba. A todo ello, debemos sumar un conjunto de publicaciones relacionadas con aspectos relevantes de la ciudad, entre los que El Greco encuentra cabida con textos como el de Xavier de Salas y Fernando Marías, El Greco y el arte de su tiempo: las notas de El Greco a Vasari.

Otro hecho importantísimo aconteció en Toledo, en el año 2006: el cierre de la Casa Museo de El Greco para su remodelación. El espacio concebido por el marqués de la Vega Inclán cerraba sus puertas para ser sometido a una ambiciosa mejora, inspirada por criterios de modernización tecnológica, de renovación en el discurso museológico, y de rehabilitación de espacios que permitieron otras opciones culturales más allá de la admiración de las obras del pintor. El cierre de la Casa Museo posibilitó la concepción de una nueva exposición, esta, con carácter itinerante, El Greco, Toledo 1900, inaugurada el 1 de febrero de 2008 en el primer espacio donde fue exhibida, el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Se compiló, para la ocasión, un conjunto excepcional de obras, procedentes del Museo de Santa Cruz de Toledo; de las Parroquias de San Nicolás de Bari y de Santa Leocadia, correspondientes a la Diócesis del arzobispado de Toledo; de la Colección Marañón; del Museo Thyssen-Bormnemisza de Madrid; del Museo Nacional del Prado de Madrid; de la Hispanic Society of America de Nueva York; del Instituto del Patrimonio Histórico Español; del Museo de Bellas Artes de Sevilla; y del Museo de Bellas Artes de Valencia. A las obras pictóricas, la exposición implementó un fondo fotográfico con un valor extraordinario: el que mandó llevar a efecto Benigno de la Vega Inclán, que contrató, en numerosas ocasiones los servicios del fotógrafo Mariano Moreno, por cuya actividad llegaría a poseer el mejor archivo documental sobre las obras de El Greco. La importancia de este conjunto fotográfico radica en que fue el primero en ofrecernos testimonio visual de muchas de las obras de El Greco en sus emplazamientos originales y antes de que se vendieran a colecciones extranjeras. Su valor esencial, por tanto, radica en los datos inéditos que aportan, pero a ello, hay que agregar el valor añadido de la belleza de muchas de estas fotografías que son el germen del Archivo Español de Arte. A todos estos rasgos que hacen de estas fotografías un testimonio excepcional se unió aún otro: El Greco, Toledo, 1900, fue la primera ocasión en que se mostraban al gran público.

La exposición «El Griego de Toledo» ha sido la más vista de la historia en España
La exposición «El Griego de Toledo» ha sido la más vista de la historia en España

Señalamos más arriba que las exposiciones sobre El Greco en el siglo XXI entrañaban, hasta entonces, el doble objetivo de exhibir el producto del talento de un genio, al tiempo que se mostraban algunos de los jalones fundamentales de su recuperación.

El Greco, Toledo, 1900, fue concebida para que permaneciera en vigor desde el 1 de febrero de 2008 hasta el 12 de julio de 2009. En sus tres primeras sedes, Sevilla, Valencia y Zaragoza, periplo que concluyó el 11 de enero de 2009, la exposición congregó nada menos que a trescientos mil visitantes. Ya en Toledo, la exposición permaneció en el Convento de Santa Fe, el escenario habilitado para la ocasión, durante los meses de junio, julio y agosto –la gran afluencia de personas hizo aconsejable la prolongación de la muestra más allá de las fechas límite fijadas al efecto-, y en tal periodo se concitaron cincuenta mil personas más. Los Grecos del Prado, por su parte, entre el 4 de diciembre de 2007 y el 10 de febrero de 2008, fue visitada por cerca de doscientas mil personas. En total, quinientas cincuenta mil personas fueron atraídas por la genialidad de El Greco en distintas ciudades de España, incluida Toledo.

La demora en la remodelación del Museo de El Greco posibilitó que El Greco, Toledo, 1900 se prolongara en el tiempo y se ampliara en su itinerancia para que la exposición pudiera exhibirse en México y en Bruselas, durante dos meses en cada una de las dos ciudades, donde, en el cómputo global, otras quinientas mil personas acudieron a admirar las obras expuestas, lo que sumado a los datos anteriores ofrece la cifra redonda de un millón de personas de dentro y fuera de España que acudieron a la llamada de la obra y la personalidad de El Greco.

Hacia el tetracentenario

Podemos considerar estos eventos como un proemio al tetracentenario de la muerte del pintor. Su verdadero inicio se produce el 13 de mayo de 2010, cuando se presenta, en la sacristía de la Catedral primada, la Fundación El Greco 2014, cuyos patronos fundadores serían Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Ministerio de Cultura, la Diputación Provincial de Toledo, el Ayuntamiento de Toledo, y el Arzobispado de Toledo. Pero el nombramiento verdaderamente relevante es el de Gregorio Marañón y Bertrán de Lis como presidente del nuevo organismo. La asignación de esta responsabilidad revelaba el deseo del Gobierno de Castilla-La Mancha de trasplantar un modus operandi, el de la Real Fundación de Toledo, al ente que habría de organizar el cuarto centenario de la muerte de nuestro pintor. La actividad de la Fundación El Greco comenzó muy pronto, y lo hizo con signos de gran ambición. De hecho, el 16 de septiembre de 2010 se produjo la apertura de la primera exposición organizada por la entidad conmemorativa: la exposición El Greco: los apóstoles. Santos y locos de Dios, que quedaría emplazada, en principio, en el Museo Provincial de Guadalajara, donde recibiría casi quince mil visitas en tan solo cincuenta y tres días, lo que la situaba como la tercera exposición con mayor número de visitantes de cuantas se habían mostrado en la ciudad. Merece la pena destacar que mil trescientos de esos visitantes fueron escolares, que pudieron acercarse al universo del pintor auxiliados por unas guías didácticas, editadas, ad hoc, por la Fundación. Los comisarios de dicha exposición completaron el acceso franco a El Greco al organizar una serie de conferencias y una charla coloquio. Tras menos de dos meses en Guadalajara, la exposición se trasladó al Convento de la Merced de Ciudad Real, obviamente, con el mismo aliento, donde se abrió el 24 de noviembre de 2010. Después de su estancia en Ciudad Real, los fondos de la exposición regresarían a Toledo para ocupar su ubicación previa a la inauguración del Museo de El Greco tras su remodelación.

Entretanto, se estaba produciendo un modelo de gestión en que las adhesiones hacían crecer, con gran celeridad, el proyecto inicial. El 15 de noviembre de 2010 se firmaba el protocolo de incorporación del Real Patronato del Museo Nacional del Prado a la Fundación El Greco 2014. Menos de un mes después se adheriría la Federación Empresarial Toledana. El 17 de enero de 2011, los reyes de España recibían en audiencia a los miembros del Patronato de la Fundación que había celebrado su primera reunión, ese mismo día, en jornada matutina, constituido por el Ministerio de Cultura, la Junta de Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid –con cuyos representantes la Fundación suscribiría un convenio de cooperación-, los Ayuntamientos de Madrid y de Toledo, el Arzobispado de Toledo Primado de España, el Deán de la Catedral de Toledo, la Diputación de Toledo, las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando, Historia y Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, la Universidad de Castilla-La Mancha, el Museo del Prado, la Federación Empresarial Toledana, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, la Real Fundación de Toledo, el duque de Segorbe y el marqués de Eslava, titulares de dos de los espacios toledanos donde El Greco dejó sus mejores huellas. A esta composición, muy significativa, se uniría, tras la audiencia, la presidencia de honor de los reyes de España.

Estos episodios prologales hablan bien claramente del paradigma de funcionamiento de la nueva entidad: actos concebidos con rigor y profundidad científicos, destinados, pese a ello, a todo tipo de públicos, propiciados con espíritu colegiado y financiados con el mayor número de aportaciones posibles. Estos actos, además, debían trascender los ámbitos domésticos para tener la mayor repercusión social posible. Estos rasgos quedaban ratificados cuando, a la conclusión de la primera reunión del Patronato, se hacían públicos algunos de los principales proyectos del centenario: la exposición que tendrá lugar en el Museo del Prado y, luego, viajará a Estados Unidos, sobre la influencia del Greco en las vanguardias del siglo XX, y la otra gran exposición que tendrá lugar en Toledo, con las principales obras del pintor en el Museo de Santa Cruz y en algunos de los principales lugares para los que fueron pintadas, como la Sacristía de la Catedral, el Hospital de Tavera, el Convento de Santo Domingo el Antiguo, la Parroquia de Santo Tomé y la Capilla de San José, donde aún se conservan los retablos y los altares que el propio Domenico Theotocopuli diseñó.

De esta forma, se llegaba al 24 de marzo de 2011, día de la reapertura del Museo de El Greco. El nuevo espacio expositivo se ofrecía modernizado en sus infraestructuras y modificado en cuanto su discurso, donde el protagonismo sería compartido entre el artista a quien el espacio está consagrado, y al marqués de la Vega Inclán, como fundador del Museo y como benefactor de las artes. El Museo adquiría, de este modo, un cariz de referente histórico, que acrecía con espacios destinados a la obra de sus seguidores, donde la figura de Luis Tristán recibe un tratamiento especial.

Un proyecto cívico

Y, con ello, alcanzamos el 2014, año del cuarto centenario, que quedó abierto con un concierto en que cincuenta campanas de diecisiete campanarios de la ciudad convocaron a todos a celebrar esta conmemoración. La oferta cultural de la Fundación ha sido magnífica y variada con una especial y excelente oferta musica. Sin embargo, tal vez lo más importante de la aportación de este año Greco no sea el desarrollo de una profusa agenda de actos, sino el hecho de que la efemérides deje una huella que contribuya, de manera decisiva, a la construcción de un proyecto cívico, verdaderamente cultural, es decir, que afecte, en términos de progreso, a todos, en convivencia. Para ello, será necesario que la ciudad crezca sobre la base de su raíz, su pasado, pero también será necesario que el espacio urbano quede vertebrado espacialmente, al tiempo que se adopten iniciativas para una definitiva articulación y cohesión social. El compromiso con la memoria debe ser un compromiso con la conquista del porvenir; el diseño que nos permita ganar el futuro pasa por conservar y crear, por mantener y progresar. La ambición histórica de la ciudad debe presidir su proceso de expansión. Una vez superado el abandono institucional de este espacio en mitad de la España olvidada, Toledo debe despertar del anodino sopor que lo ha sumido en un inmovilismo que no es quietud, sino que es una prolongada moribundia de la que es necesario sanar. El año Greco ha marcado un camino positivo.

Entre los propósitos de los responsables de la Fundación El Greco 2014, se ha contado siempre dejar una huella con efectos mucho más duraderos que la celebración de un centenario. Se ha hablado de una gran iniciativa cultural que defina el futuro Toledo. Creemos que, en efecto, ese es el objetivo hacia el que hay que tender, y consideramos que el referente de nuestra ciudad debe ser el de otras con las que guarda similitudes; pensamos en ciudades en que el patrimonio histórico-artístico es un signo definitorio, ciudades como Venecia, y su festival de cine, o Edimburgo o Aviñón, y sus respectivos festivales de teatro; pensamos en ciudades en las que una gran infraestructura cultural ha trazado una nueva trama urbana y una nueva seña identitaria, que ha contribuido a construir un nuevo futuro para la ciudad, como el Bilbao del Guggenheim; pensamos en ciudades que han experimentado ese mismo proceso con una agenda cultural que ha hecho de la cultura una prioridad en el proyecto político, como Gijón…Todo ello parece ser un llamamiento a encontrar el camino que conduzca a la adopción de una medida que singularice la ciudad una vez más, que la haga reencontrarse consigo misma en esplendor, y no en decadencia. Tal vez uno de los primeros pasos consista en recuperar, una vez más, la condición de la capitalidad de la lengua española, como en tiempos de Alfonso X El Sabio, cuando la Escuela de Traductores se erigió en la sede del «castellano derecho» (ahí tenemos dos años con importantes focos de interés: 2015 con el V centenario del nacimiento de Santa Teresa y el IV de la edición de la Segunda parte del Quijote, y 2016 como el año en que conmemoramos el cuarto centenario de la muerte de Cervantes); tal vez Toledo comience a mirarse a sí misma en ese espejo de lo hecho en el año que termina…Tal vez Toledo no se duerma otra vez en los laureles…Tal vez…

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