Los expertos aseguran que no hay «recetas mágicas» para combatir la despoblación
Los expertos aseguran que no hay «recetas mágicas» para combatir la despoblación - efe/ismael herrero
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La cohesión, principal receta contra la despoblación rural

La Alcarria, la Serranía de Cuenca, Montesur, Cabañeros y Montes de Toledo son las zonas más afectadas

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La despoblación de las zonas rurales de Castilla-La Mancha es un fenómeno que se produce desde hace años, en algunos municipios desde los 50, y se prevé que se mantenga en el futuro, por lo que los expertos afirman que no hay «recetas mágicas» para combatirla y creen que lo primero es la cohesión.

Esta es la conclusión del profesor titular de Geografía Humana de la Universidad de Castilla-La Mancha, Ángel Raúl Ruiz, que alerta de que hay territorios próximos a las zonas de montaña, las denominadas zonas de transición, donde el crecimiento poblacional es negativo desde mediados del siglo pasado, lo que quiere decir que no se han recuperado del éxodo rural y tienen una elevada tasa de envejecimiento de la población.

Se trata de la Alcarria de Cuenca y Guadalajara y de la Serranía de Cuenca, pero también de la comarca de Montesur y de la zona de Cabañeros en la provincia de Ciudad Real y de la comarca de los Montes de Toledo.

En cualquier caso, las zonas más afectadas por la despoblación son la Alcarria de Guadalajara y la Serranía conquense, señala este profesor, que recuerda que estos territorios son, junto con la zona limítrofe a la provincia de Teruel, «de las áreas más deshabitadas de Europa».

En estas comarcas se desconoce cuántos pueblos de entre 200 y 400 habitantes han podido desaparecer y afirma que se carecen de datos de despoblamiento «porque no se han calculado», aunque sospecha que «tiene que ser importante».

Declive agrario

Entre las causas que han llevado al abandono progresivo de estas zonas, Ruiz señala sobre todo «la falta de oportunidades frente al declive agrario», y también apunta a aquellas «zonas de producción industrial tradicional que han desaparecido», como sería éste el caso concreto de Almadén.

En esa comarca minera, «una vez que se cierran las minas, no han encontrado una alternativa o una estrategia de desarrollo, que además son pueblos que se han quedado fuera de las grandes vías de comunicación».

Para combatir esta pérdida de población, Ruiz apuesta por la «cohesión territorial» y la diversificación de la actividad económica, así que propone que «primero habría que cohesionar los municipios de 2.000 a 5.000 habitantes que se han quedado un poquito descolgados y tratar de revitalizarlos con alguna relación con núcleos circundantes».

«Apostaría por intentar integrar esos territorios que están despoblados en áreas funcionales de mayor tamaño, integrar a partir de vías de comunicación y de promover medidas que fomenten la diversificación económica en los municipios, para que la gente joven pueda tener hijos y los pueblos se puedan rejuvenecer», explica este profesor universitario.

Reconoce, sin embargo, que su propuesta «es bastante difícil» de llevar a cabo, y más «en un contexto de crisis», aunque insiste en la necesidad de «cohesionar e integrar territorios, con cercanías e infraestructuras», y todo ello con políticas de desarrollo regional, como los planes de desarrollo rural o la configuración de corredores industriales, porque «cada zona tiene su propio criterio de cohesionar».

Ante esta variedad, insiste en que «no hay recetas mágicas para solucionar este tipo de desequilibrios».

Otros riesgos

Sin perder de vista esta realidad, Ruiz alerta de que otro riesgo al que se enfrenta la demografía castellano-manchega es la falta de reemplazo generacional, motivado por la falta de bebés y también por el hecho de que entre 2008 y 2012 hayan salido de la región 3.248 castellano-manchegos.

Esta marcha no sólo preocupa por la posibilidad de que se hayan ido «los más preparados», sino también porque los que se han marchado están en edad fértil, lo que supone una menor procreación en Castilla-La Mancha.

Con todo, señala que desde el punto de vista demográfico, Castilla-La Mancha presenta una dinámica «común al resto de España y al resto de países europeos», aunque con las particularidades de la despoblación y la falta de reemplazo generacional.

Así, prevé que en las zonas rurales se mantenga la tendencia a la despoblación, mientras que en los territorios más cercanos a Madrid, como la zona de la Sagra en Toledo y el Corredor del Henares, en Guadalajara, el número de habitantes tendrá una evolución positiva, aunque «de forma ralentizada».

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