El alguacilillo que susurra a los toros

A sus 83 años, «Crisci» Carmena volverá a romper el paseíllo en la plaza de toros de Villaseca de la Sagra en el ciclo de novilladas «Alfarero de Oro»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Sin él, el certamen de novilladas picadas «Alfarero de Oro», en Villaseca de la Sagra, no sería lo mismo. A lomos de su caballo español «Fabuloso», precioso corcel de pelaje oscuro, Crisciliano Carmena se siente joven. «Hago lo que quiero con él», afirma a sus 83 primaveras. Y, a pesar de su edad, aún galopa el espíritu de aquel chiquillo que a los 8 años daba de comer a los toros en una finca cercana a su casa.

Crisciliano, «Crisci» para los amigos, es el alguacilillo de la plaza de toros de Villaseca de la Sagra, donde espera ser un talismán para los novilleros Clemente, José Ruiz Muñoz y Joaquín Galdós, quienes hoy (18.00 horas) abrirán el ciclo de cinco novilladas, con ganado de Baltasar Ibán.

De tez curtida por el sol, este agricultor nació en Añover de Tajo el 15 de julio de 1932. Él no sabe muy bien desde cuándo, el caso es que Crisci recuerda que su afición a los toros le viene «desde que nací». «Siempre he estado con ellos, con 8 o 9 años echaba de comer a los toros junto con el mayoral en la finca donde trabajaba, y llevaba la comida a los segadores. Yo iba donde me llamaban», cuenta este vecino del toledano barrio de Santa Bárbara.

La mayoría de edad

Crisci en realidad tiene dos nombres. Crisciliano en la pila bautismal y Enrique en el juzgado por el día de su santo. Él lo supo a los 18 años, la misma edad a la que comenzó a ir por las plazas de la provincia de Toledo como alguacilillo. Y así llegó al coso de la capital de Castilla-La Mancha, donde ha sido el encargado de entregar orejas y rabos a los toreros triunfadores hasta que la empresa lo jubiló.

No lleva contabilizados los festejos taurinos en los que ha roto plaza montado sobre un caballo, aunque recuerda con nostalgia los tiempos en los que en la capital regional se daban hasta una docena de corridas al año.

Estuvo como alguacilillo en varias alternativas de toreros, como en las de Eugenio de Mora o Cristina Sánchez («¡a la que he dado muchas orejas!»); igualmente fue el encargado de entregar trofeos a novilleros que luego se han convertido en grandes matadores, como Enrique Ponce, mientras que Capea, José Tomás y Ortega Cano también cogieron de las manos de «Crisci» los apéndices con los que fueron premiados. Y por ello algunos diestros se lo agradecieron con jugosas propinas, como las 5.000 pesetas que Ponce le dio en una ocasión «para tomarte unas cañas de cerveza». Porque «Crisci» asegura que nunca ha cobrado por esas plazas de la provincia y Madrid, excepto cuando hacía los paseíllos en Toledo. «Yo lo hago por afición», recalca.

Nunca ha sufrido un percance físico como alguacilillo, pero sí protagonizó un incidente por el que tuvo que pagar en una ocasión, hace 22 años, una multa de 10.000 pesetas. Cuenta que se «dejó engañar» para convertir una oreja en dos en la alternativa de un torero madrileño en Toledo. «La empresa que llevaba a ese diestro me dijo que lo hiciera y pensé que todo estaba amañado; el torero cortó una oreja y yo la partí en dos, pero el presidente se dio cuenta y me llevaron hasta el gobernador», relata.

Hoy «Crisci» volverá a hacer el paseíllo en Villaseca de la Sagra a lomos de «Fabuloso». ¿Será su última feria? «Será hasta que el cuerpo aguante», sonríe.

Ver los comentarios